En su trabajo «Experiencias de trabajo en la prevención y tratamiento de la adicción al consumo», el psicólogo y asesor de la Unión de Consumidores de España Javier Garcés explica algunos conceptos que pueden ayudar a comprender mejor el fenómeno.

Así, habría que distinguir el «consumismo», como una característica de la sociedad en la que vivimos, de la «adicción al consumo», que sería un «problema individual grave que padece un reducido número de personas, pero en constante aumento».

Aún hay más matices. La «adicción a la compra» implica que «ir de compras se convierte en el centro de la vida, aunque la persona no tenga realmente necesidad de adquirir ninguna cosa». La «adicción al consumo» se refiere más bien al «afán por efectuar continuamente nuevas compras, en su inmensa mayoría de cosas innecesarias o superfluas. Lo que ya se tiene pierde interés y es necesario estar en una incesante -y en el fondo siempre insatisfactoria- cadena de gasto para colmar una insaciable necesidad de compra».

Por último, la «adicción al crédito» denomina la «incapacidad constante de vivir con el propio presupuesto. Como resultado de las dos adicciones señaladas, se produce un impulso al gasto constante y desmedido que desborda la propia capacidad económica del sujeto, incluso de aquéllos que poseen niveles económicos medios o altos». «No se trata -matiza Garcés- de que los gastos ordinarios o imprevistos hagan vivir con dificultades, sino que hay una absoluta incapacidad de controlar el dinero personal o familiar racionalmente y disciplinar los gastos, por superfluos que objetivamente sean».