Si las teclas preferidas de su teclado son S, E, X, O; si en sus «Favoritos» figuran páginas pornográficas; si participa a menudo en chats eróticos; si pasa demasiadas horas al día (o la noche) frente a la computadora consumiendo sexo virtual; si cambia constantemente de «nickname» para visitar sitios XXX, puede estar integrando, quizá sin darse cuenta, el grupo global cada vez más nutrido de adictos al cibersexo.
Estas son algunas de las conductas que los especialistas utilizan para determinar la influencia que la relación entre pornografía e Internet ejerce sobre los individuos. Esta nueva adicción del siglo XXI está haciendo estragos en la población mundial. Y las estadísticas por sí solas revelan esta situación. Actualmente se supone que mensualmente se ingresa a 268 millones de sitios pornográficos desde algunos de los buscadores principales, como Google o Yahoo.
San Juan carece de este tipo de datos, pero los casos de adictos al cibersexo están comenzando a ser motivo de consulta, aunque con cierta cautela. «Llevo trece años trabajando en el Centro de Adicciones por La Vida (institución estatal) y nunca hemos atendido un caso de adicción al cibersexo _comenta la psicóloga Marcela Delgado-. Pero con seguridad existen; lo que sucede es que las consultas se hacen a nivel privado, donde el adicto no tiene que compartir el espacio con otros que puedan enterarse de cuál es el objeto de su adicción».
Las declaraciones de esta especialista son reales. La vergüenza es el principal motivo por el que los adictos al cibersexo no buscan ayuda o lo hacen a nivel privado. La licenciada en Psicología de Familia Mariela Contegrand, participa de un programa de rehabilitación ambulatorio llamado Callana. En su consultorio ya ha atendido cinco casos de adicción a la pornografía on line.
«Estos pacientes decidieron consultar cuando se sintieron entrampados en esta adicción, que comenzó a modo de juego o curiosidad y que terminó por convertirse en el centro de sus vidas -explica-. Llegan generalmente por voluntad propia cuando ven afectadas sus relaciones con los seres queridos, cuando bajan su rendimiento laboral, cuando su vida social se ve empobrecida».
Como se puede decir que el cibersexo es una adicción nueva, en la provincia todavía no hay especialistas preparados para su atención. De todos modos, su tratamiento es similar al de las demás conducta adictivas, donde la premisa fundamental es la abstinencia. «Se comienza a trabajar con diferentes técnicas para que el paciente deje de consumir el objeto de su adicción -explica la psicóloga Contegrand-. En el caso del cibersexo, esto se complica un poco porque, por lo general, el adicto tiene acceso permanente a una PC, ya sea en su casa o en su lugar de trabajo, y es grande la tentación de volver a clickear en un sitio porno. Pero, a pesar de todo, la recuperación es posible, aunque se trate de un proceso lento. El resultado será positivo si el paciente tiene voluntad, paciencia y deja de lado la vergüenza. La falta de estas actitudes se transforma en un obstáculo entorpecedor para salir de esta adicción, y son las causas fundamentales para dejar de hacer terapia».
De los cinco pacientes que atendió Mariela Contegrand, ninguno terminó el tratamiento.
El perfil del adicto
Adicción sexual es una forma en que algunas personas medican sus sentimientos o lidian con sus preocupaciones, al grado tal que su comportamiento sexual se convierte en el mecanismo para trabajar las ansiedades de sus vidas. Esta definición es válida para aclarar que no cualquier persona se convierte en adicto al sexo on line. «Quienes desarrollan este tipo de adicción tienen un poco los mismos problemas de fondo -explica Mariela Contegrand-. Por lo general son conflictos en los vínculos primarios (en la familia de origen), baja autoestima e incapacidad para afrontar esos problemas. En realidad, la adicción al cibersexo es una consecuencia de otros problemas que ocultan conflictos no resueltos y la necesidad de evadirse de ellos».
Pero las características personales no son las únicas que alientan la adicción al cibersexo. Las «bondades» de la red también hacen lo suyo. Internet provee un contexto virtual que permite a los tímidos introvertidos interactuar en un contexto seguro, facilitar las infidelidades vía on line y permitir la creación de personalidades virtuales dependientes del estado de ánimo de la persona. A esto hay que sumarle el anonimato, la respuesta satisfactoria inmediata, los cientos de sitios pornográficos a los que se puede acceder en forma gratuita, y la posibilidad de cambiar de pareja si el ciber-amante no es muy bueno, o de desconectarse después de un orgasmo sin largas despedidas.
Dentro del contexto anónimo del ciberespacio, los mensajes convencionales acerca del sexo son superados, permitiendo a los usuarios interpretar fantasías ocultas o reprimidas en un ámbito privado, sin el miedo a ser atrapados. Para alguien que alguna vez ha tenido curiosidad por el sadomasoquismo, sexo en grupo, homosexualidad, etc, por ejemplo, el cibersexo provee un modo privado, seguro y anónimo de explorarlo.