El 10 de junio de 1935 en Ohio (EEUUU), a las 9.00h, el Dr. Bob, tomó tembloroso su última cerveza en compañía de Bill W, un antiguo corredor de bolsa. Es, que se sepa, la primera vez que dos alcohólicos unieron sus fuerzas, no para beber, sino para no hacerlo. Acto seguido surgió la pregunta: «¿no te parece que deberíamos compartir nuestras historias con otros como nosotros?». A partir de ese momento, comenzó un proceso de acción que se han mantenido firme durante los últimos 78 años.

En Tolosa, de momento son 20 años los que lleva trabajando la Asociación Uzturre de Alcohólicos Anónimos. Para celebrar tan señalado aniversario, y en colaboración con el Departamento de Salud y Servicios Sociales del Ayuntamiento, ha organizado este pasado viernes por la tarde una jornada de información y concienciación en el Tinglado, dirigida al público en general. El programa comprendía una exposición de paneles de sensibilización, una mesa informativa donde poder preguntar sobre la enfermedad del alcoholismo y adquirir información, y la parte más divertida y entretenida, una sesión audiovisual de varios vídeos cortos sobre la influencia del alcohol en las personas y su entorno.

Precisamente sobre el entorno de las personas, acudió a la celebración otra asociación afín, en la que se reúnen familiares y amigos de los alcohólicos. Se llama Al-Anon. Existen 16 grupos en Gipuzkoa, aunque en este momento no funcione ninguno en Tolosa. Una de las personas que participan explicaba que este grupo nació en 1951. Ya entonces, Alcohólicos Anónimos había restablecido a muchos enfermos, pero se dieron cuenta que sus mujeres seguían padeciendo nerviosismo, insomnio, etc y que en la pareja seguía habiendo una gran incomunicación a pesar de la sobriedad. Es por ello que surgió esta Asociación de apoyo a los familiares y amigos. «En primer lugar, admitimos que somos impotentes ante el alcohol de otra persona y que nuestras vidas son ingobernables. En segundo lugar, aprendemos a tratar el alcoholismo como una enfermedad, aprendemos a tranquilizarnos y a desprendernos emocionalmente del enfermo. Tenemos que tratar hablar con él cuando esté sobrio y no ebrio… y en general, en la asociación, aprendemos mucho unos de otros», expresaba una de las mujeres allí presentes.

Labor social

En los paneles de la exposición y en los numerosos panfletos que se mostraban el viernes en el Zerkausi, se podía leer sobre la influencia física, psicológica y social que ejerce el alcohol en las personas. Física porque el enferno nota que necesita el alcohol para funcionar normalmente; psicológica cuando la persona llega a creer que se relaciona mejor con los demás si ha bebido; y social porque proporciona signos de identidad y pertenencia a un grupo.

Los miembros de Alcohólicos Anónimos saben muy bien cómo se siente una persona que está atrapada por el impulso irrefrenable de tomar el primer trago, que desencadena la borrachera. Por esa razón, no escatiman esfuerzo, tiempo ni dinero en llevar el mensaje a aquella persona que esté inmersa en ese infierno que es el alcoholismo activo.