Dejar de fumar no es fácil. Lo saben las miles de personas que lo intentan cada año. El 33,4% de los extremeños que lo intentan lo consigue, según la estadística del INE. Los métodos para lograrlo son muy variados, y van desde los chicles o los parches de nicotina a la medicación con Zyntabac, los tratamientos naturistas, el láser o la acupuntura. Según los expertos en deshabituación, se necesitan de media unos cuatro intentos para dejar de fumar.

En Extremadura, los tratamientos públicos para dejar el hábito del tabaco dependen de los CEDEX, los centros de tratamientos de drogopendencias. 580 personas fueran tratadas en el año 2002 en esos centros, según los datos facilitados por Carlos Martín Araujo, secretario técnico de Drogodependencias de la Consejería de Sanidad. Centros de Salud como La Paz, de Badajoz, llevan a cabo otros programas de ayuda. Sin embargo, no hay ningún plan global de actuación frente a una dependencia que ocasiona, entre 1.500 y 1.800 muertes al año en Extremadura, según los estudios que se manejen. La Consejería de Sanidad trabaja en la elaboración de un plan que pretende abordar, tanto los tratamientos de deshabituación, como la prevención. «En unos meses podemos tener listo ese plan y sabremos cómo intervenir», afirma Martín Araujo. Aunque no concreta cuál será el contenido exacto del plan, Martín Araujo valora de manera positiva la medida tomada por el Gobierno de Navarra de financiar los tratamientos de deshabituación, incluidos los fármacos, que en la mayoría de las comunidades, incluida Extremadura, corren por cuenta del paciente.

Martín Araujo añade que la experiencia de los CEDEX, a donde puede acudir cualquier fumador que desee dejar el tabaco, es positiva. La consulta comienza con unos tests que permiten conocer tanto el nivel de motivación que tiene el fumador para abandonar el hábito, como el grado de adicción que padece. Dependiendo de las circunstancias de cada paciente se le recomienda un tratamiento: unos lo hacen con pastillas, otros con apoyo psicológico y algunos necesitan ambos. Hay también terapias de grupo.

Terapias alternativas

Respecto al resultado de las terapias alternativas, Martín Araujo recuerda que no está demostrada científicamente su eficacia. Así como los parches de nicotina o el bupropion (Zyntabac) tienen unos estudios que los avalan, esos tratamientos no son evaluados.

Martín Araujo considera que un instrumento esencial para abordar la lucha anti-tabaco es que se comprometan en ella los médicos de atención primaria, y en ese sentido se trabaja para ampliar la formación de estos profesionales. Un aspecto que recalcan quienes tienen experiencia en tabaquismo es que resulta difícil dejar el hábito en el primer intento. Lo habitual es que sea a la tercera o cuarta vez cuando se logra. Por eso se insiste en que nadie debe desanimarse si recae en la adicción; al siguiente intento le será más fácil dejarlo.

«Nos daríamos por muy satisfechos si conseguimos un 30% de abandonos del tabaco en el plazo de un año», afirma Luis Javier Molina, especialista en Medicina Familiar del Centro de Salud de La Paz, de Badajoz y responsable -junto con el doctor Jerónimo Pozuelo-, de un programa antitabaco. La Paz es uno de los centros que lleva más tiempo haciendo terapias anti-tabaco. El último programa, que es financiado por la Asociación Oncológica de Extremadura, comenzó en octubre y han pasado por él unas 160 personas. Hasta que no pase un año no habrá una evaluación de los resultados, pero el doctor Molina es prudente y apunta a un 30% como una cifra muy buena. «El que venda otra cosa, y diga que abandonan el 100% vende humo».

Pasa con todas las adicciones. Lo «normal» es recaer y volver a intentarlo. Eso no significa un fracaso sino el proceso lógico para terminar dejando el tabaco de manera definitiva.

Lo primero que hacen los médicos que llevan este programa es evaluar al paciente: tiene que ser alguien que esté motivado para dejar el tabaco y quiera iniciar la deshabituación. Muchos han tenido intentos previos, otros padecen enfermedades que aconsejan dejar de fumar. En todos los casos se les hacen unos tests y se les recomienda una terapia farmacológica o psicológica. Una vez iniciado el tratamiento se les hacen controles periódicos que incluyen la medición del monóxido de carbono en el aire expirado, que sólo aparece en fumadores. No hay, por tanto, posibilidad de «engañar» al médico.

Luis Javier Molina afirma que no hay píldoras mágicas ni tratamientos milagrosos que permitan dejar de fumar sin esfuerzo. «Hay personas a las que dejar de fumar les cuesta mucho -afirma-, pero nosotros tenemos medios para ayudarles». La elección de una u otra alternativa depende de cada caso. El doctor Molina asegura que no han observado problemas importantes con Zyntabac, que hace unos años fue motivo de polémica en Inglaterra: «Sabemos que hay pacientes a los que les produce insomnio o sequedad de boca, pero no hemos visto consecuencias más graves». En todo caso, debe ser recetado por un médico, porque tiene algunas contraindicaciones.

Motivar a los médicos

Una cuestión que el doctor Molina considera esencial para extender el número de ex fumadores es motivar a los profesionales de Medicina Familiar para que sepan cómo tratar a los pacientes que les solicitan ayuda, e incluso animar a aquellos que acuden a su consulta con una patología relacionada con el consumo de tabaco. «Se estima que si todos los médicos de Atención Primaria aconsejaran a sus pacientes que abandonasen el tabaco y les dieran unos consejos dejarían de fumar un 3%. Simplemente con eso», explica el doctor Molina.

A partir de octubre se van a dar charlas a los médicos extremeños para animarles a actuar en ese área. «Llevo nueve meses sin fumar, pero no estoy convencida de que no volveré a hacerlo», afirma Marisa López, licenciada en Derecho, casada y madre de dos hijos. Fumadora durante veinte años, éste es su cuarto intento de abandono del tabaco. Su experiencia es similar a la de otros muchos fumadores.

¿Cuándo intentó dejar de fumar por primera vez?

– Hace unos tres años. Utilicé los parches de nicotina, y me fue fatal. Tenía un «mono» terrible. Sentía ganas de fumar y me apretaba el parche a ver si salía más nicotina. Me ponía de tan mal humor que hasta mi familia me decía que volviera a fumar.

Y volvió

– Sí, a los veinte días. Pero con muy mala conciencia por no haber sido capaz de dejarlo. Tenía la autoestima bajísima.

Parches y pastillas

¿Cuándo intentó dejar de fumar otra vez?

– Pocos meses después, también con parches de nicotina. Estuve otros veinte días sin fumar, pero cuando volví ya no me lo tomé tan mal. Eso sí, tienes sentimiento de culpa enorme. Yo me preguntaba ¿cómo será posible que me domine un cigarro? Después oí hablar del Zyntabac y fui al médico para que me lo recetara. Pero entonces se publicaron noticias de que en Inglaterra había producido muertes y dejé de tomarlo. A mí me producía insomnio. Cinco meses después volví con las pastillas de Zyntabac y estuve tres meses sin fumar. Además empecé a hacer deporte y me vino bien, pero me lesioné y me tuve que quedar en casa. Entonces empecé a engordar y me desanimé. En cuanto volví a fumar adelgacé.

Pero seguía queriendo abandonar el tabaco

– Sí. Y el pasado mes de septiembre lo intenté de nuevo. Un vecino me habló de un naturista de Mérida que le había ido muy bien. Fui con un amigo y los dos lo dejamos. Llevamos desde entonces sin fumar.

¿Cree más en ese método que en las pastillas?

– Yo no sé que será, pero es la vez que menos me he acordado del tabaco. No sé cómo ha funcionado, ni si es científico o no. Él utiliza unos cuarzos que te pone en los brazos y pasa una luz, que no sé si es laser. También te recomienda tomar muchos zumos y darte baños relajantes, con miel, sales, limón… Dicen que es para eliminar toxinas.

Plazos cortos

¿Cree que ya ha superado su adicción al tabaco?

– De vez en cuando me dan ganas de fumar, pero sé que en cuanto dé una calada vuelvo porque tengo mucha adicción. Yo fumaba dos paquetes diarios. Me levantaba con el cigarro y me acostaba con él. No tener tabaco me provocaba un estado de nervios muy grande. He llegado a fumarme las colillas que yo misma dejaba en las macetas. Yo no puedo pensar que es para toda la vida, porque me gusta fumar. Me tengo que poner plazos más cortos, pensar que este mes no fumo. Es muy duro, y además te encuentras muy sola. Te sirve mucho hablar con gente que ha pasado por lo mismo, porque te entiende. Otro problema importante es que cuando se deja de fumar se tiende a engordar, y eso también desanima bastante.