Alaia recuerda a su abuela siempre borracha, pero la yaya no se emborracha como se emborracha su padre en alguna fiesta o ella los fines de semana. Su abuela siempre tiene sobre la mesa una copita de vino, de esas pequeñitas, de cristal bueno. Vino tinto con unas cucharaditas de azúcar y, sorbito a sorbito, se va poniendo colorada. A ratitos parece contenta, pero suele acabar llorando por cualquier tontería: algo que ve en la tele o cualquier contestación un poco seca de sus hijos. Al principio, su familia se lo tomaba con cierto sentido del humor aunque no saben decirme cuándo empezó todo. Quizá cuando se quedó viuda, pero de aquello ha pasado mucho tiempo. Quizá cuando se fue de casa el pequeño de sus hijos, pero también ha llovido mucho desde entonces. Puede que tenga que ver con que hay días en los que no recibe visitas, que se ve vieja y cada vez menos ágil, pero esto es cosa de cuatro días. Nadie sabe cómo ni por qué empezó a beber la yaya, pero bebe, bebe. Nunca falta ni el vino ni el anís, que compra en la tiendita de ultramarinos del barrio, en el Carrefour, en Lidl, en el B&M.

El silencio, el estigma y la soledad son tres características que acompañan a las mujeres con consumos abusivos de alcohol. Alaia lo reconoce: “Si anduviera por la calle, borracha en los bares, dando la nota, igual hubiésemos hecho algo antes”. Ahora han tomado medidas: la yaya se va a vivir con uno de sus hijos. No le da vergüenza reconocer que su abuela tiene un problema con el consumo de alcohol, pero su nombre es ficticio. “La falta de apoyo familiar suele ser evidente y cuando se destapa el pastel, el deterioro ya es muy grande”, dice Patricia Martínez Redondo, especialista en consumo de drogas con perspectiva feminista. Las mujeres alcohólicas no viven un doble estigma, lo que sí viven es una doble condena moral y social: “Nadie felicita a un hombre con problemas con el alcohol, hay cierta penalización social, pero, en el caso de las mujeres, como nuestro rol es cuidar y no ser cuidadas, el castigo es también moral. Si bebes, eres mala. Viven mayor desprecio y mayor sanción”.

 

 

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