La convivencia siempre es difícil, imposible en ocasiones. En pocos meses la bronca estará servirá, porque la Ley del Tabaco que en 2006 levantó polvareda amenaza con ser sólo un leve berrinche. Ahora, la prohibición llega sin cortapisas. La ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, declaró recientemente la guerra al humo: en 2010 se prohibirá fumar en espacios públicos cerrados, locales de ocio y restaurantes. La reforma podría ponerse en vigor «en el primer semestre» del año, y, sin necesidad de dar fechas, el debate vuelve a arder desde dos frentes claramente identificados. De un lado, la sanidad, que una vez más pide cordura y que se pise el acelerador para prohibir el humo en los espacios públicos. Del otro, los hosteleros, que ven peligrar su negocio. Y Cantabria no es ajena a la polémica.
Para el presidente de la Asociación de Hostelería cántabra, Emérito Astuy, todo es «pura hipocresía», dado que «el gobierno recauda muchísimos millones de euros, cerca de 15.000, con el tabaco ya que de una cajetilla casi el 80% es gravamen para el Estado». «En este sentido», continúa, «el 60% se vende por el canal de la hostelería en las máquinas expendedoras porque estamos abiertos más tiempo, tenemos más puntos de venta que los estancos. A pesar de ello, al hostelero le quedan 15 céntimos por cajetilla. Tenemos que vender mil cajetillas sólo para ingresar 150 euros con todo el trabajo que conlleva y gastos: mantenimiento de la máquina, traslado al estanco, pagar al contado. Hay mucha hipocresía, si hay tan malo es que lo prohiban».
La opinión de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Cantabria, en cambio, apunta en otra dirección. Según el responsable, Luis María Truan, «en Cantabria mueren 2 personas al día por causas directamente relacionadas con el tabaquismo y otras muchas ven reducida su calidad de vida. Por tanto, desde las instituciones debemos poner en marcha todas las medidas que sean necesarias para mejorar esta situación». Y en cuanto a la recaudación, la discusión también obtiene réplica: el Consejo de Estado ha constatado recientemente que «los gastos sociales por el tabaco son mayores que los ingresos por impuestos».
Abocados a asumir una legislación que está a la vuelta de la esquina, muchos hosteleros prefieren asumirlo y esperar que no sea tan traumático como lo pintan. Desde el bar El Remigio afirman que la prohibición «se notará al principio en la clientela, pero luego, cuando se den cuenta de que todos los bares están igual, volverán a sus rutinas». Desde la Consejería comparten esta opinión ya que, según explican, «desaparecen los agravios entre los establecimientos que pueden permitir fumar y los que no.
La experiencia en países como Irlanda o Italia, con características demográficas semejantes a las nuestras, ha demostrado que la prohibición total no produce pérdidas en el sector hostelero».
No obstante, el debate va más allá de una polémica financiera porque desde Fumadores Sin Fronteras añaden más leña a la hoguera afirmando que los derechos de los fumadores se vulneran con la nueva reglamentación. Mientras, desde las instituciones cántabras contraatacan afirmando que los fumadores tienen derecho a fumar, pero «a lo que no tienen derecho es a dañar la salud de quienes no fuman, por lo tanto tendrán que hacerlo en espacios privados. La persona que fuma delante de un no fumador no respeta los derechos de éste».
Prevención
En el marco del segundo Plan de Prevención y control del tabaquismo desde nuestra Consejería se están impulsando multitud de actuaciones en el plano preventivo, formativo y también en el de ayuda al fumador. Todos los centros de salud están preparados para dar respuesta a cualquier fumador o fumadora que lo solicite. Además se ha creado una Unidad Especializada de Deshabituación Tabáquica para todos aquellos casos que por no responder a los tratamientos habituales o por requerir mayor prioridad en dejar de fumar (embarazadas, patologías cardíacas, respiratorias etc) su médico de Atención Primaria o Especializada considere necesario derivar.
El endurecimiento de la Ley del Tabaco, supondría la prohibición total que ya impera en una docena de países de nuestro entorno como Italia, Francia, Irlanda, Holanda, Noruega y hasta la súper-fumadora Turquía, donde el humo del tabaco está plenamente vetado en los establecimientos hosteleros.