Era solo un pequeño paquete, una bolsita desgastada y vieja. Pero dentro había un mundo de fantasía, alucinaciones y alteraciones de la conciencia. Los arqueólogos de la Penn State University se toparon con él de casualidad, mientras buscaban restos de los antigos pobladores de los refugios de piedra seca en el valle del río Sora, en el suroeste de Bolivia.

Lo que había en el interior del fardo eran drogas, evidentemente. De todo tipo. O, al menos, de todos los posibles que los nativos americanos podían conseguir hace 1.000 años. Desde cocaína al alucinógeno bufotenina, según explican en un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Science .

Que en América del Sur se usaban plantas psicotrópicas, dicen los investigadores, era algo ampliamente conocido. Eran elementos importantes dentro de los rituales espirituales y religiosos de las sociedades del sur y el centro de los Andes, una forma de que los humanos se acercaran a los dioses.

Seguir leyendo >>