Casi todas las modas relacionadas con la conducta juvenil, vienen de los Estados Unidos. La moda, la música y las costumbres en el comportamiento, tienen en los Estados Unidos su punto de partida antes de llegar a Europa y por tanto a nuestro país. España está a la cabeza en el consumo de cocaína en la Unión Europea.
A este dudoso honor, es posible que en un futuro se añada el del consumo de fármacos prescritos con fines concretos, como para combatir la ansiedad, insomnio o trastornos de hiperactividad.
Muchos fármacos pueden adquirirse por Internet, a través de personas a quienes se les ha prescrito adecuadamente y engañando al médico de cabecera, cosa bastante fácil para los adolescentes americanos.
Según un artículo de este mes de abril publicado en New England Journal of Medicine, resulta fácil y se es convincente cuando se desea conseguir Zolpidem, simulando un insomnio incapacitante o anfetaminas simulando los síntomas de un síndrome de déficit de atención–hiperactividad.
Una de las razones que los adolescentes aducen, es la supuesta seguridad, o al menos esa sensación tienen ellos al tratarse de medicamentos de uso clínico cotidiano y producidos en laboratorios legales.
Otra de ellas es la sensación subconsciente de falta de nocividad de los fármacos, en una sociedad absolutamente medicalizada, donde cualquier síntoma debe ser tratado y cualquier sufrimiento subidiario de un medicamento concreto. Un estudio realizado en EE UU demostró que cerca del 50% de los jóvenes, antes terminar sus estudios universitarios, habían experimentado con este tipo de fármacos.
Este punto a muchos les puede parecer poco importante; si se tiene en cuenta que una gran cantidad de adolescentes con factores de alto riesgo para desarrollar enfermedad mental, o historia familiar de abuso de drogas, el paso a dar para cruzar la frontera entre la abstención y la adicción puede estar cercano.