Madrid
Juan Carlos García-Monco, del servicio de neurología del Hospital de Galdácano (Vizcaya), es el autor de un estudio que concluye que el consumo combinado de cannabis y alcohol puede elevar el riesgo de infarto cerebral. García-Monco señaló ayer a «Europa Press» que el estudio es significativo porque el paciente sobre el que se ha desarrollado la investigación, un hombre de 36 años, es un individuo joven sin factores de riesgo asociados que pudieran hacer más probable que sufriera un infarto cerebral. Según el investigador, los episodios de trombosis fueron hasta tres y siempre bajo las circunstancias del consumo elevado de cannabis.
Para García-Monco, el estudio, que se publica en el último número del «Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry», supone una evidencia importante de la necesidad de futuras investigaciones sobre los riesgos de infarto cerebral debido al consumo de cannabis. No obstante, señala que a pesar de la extensión del cannabis, sólo ha habido otros 15 casos de infarto cerebral vinculados a su consumo.
El paciente objeto de estudio fue un profesor de escuela primaria de 36 años que había sido consumidor esporádico de cannabis en el pasado y que no conocía los riesgos de infarto cerebral asociados a la droga, no había probado otras drogas y bebía sólo esporádicamente.
Según el estudio, el primer incidente ocurrió después de que hubiera fumado una cantidad considerable de cannabis en combinación con otras tres o cuatro bebidas en una fiesta. Perdió su capacidad de habla y unas horas más tarde sufrió convulsiones. Un escáner cerebral reveló restos de hemorragia y otro coágulo, pero no evidencia de estrechamiento o recubrimiento de las arterias. Fue tratado y se recobró.
Un año más tarde, después de otra sesión de fumar cannabis el paciente perdió otra vez la capacidad de habla y experimentó debilidad en uno de los lados de su cuerpo (hemiparesis). El escáner cerebral ofreció los mismos resultados, pero en áreas diferentes que en la vez anterior. Por último, el paciente después de abstenerse del consumo durante 18 meses fumó una cantidad razonable de una vez en combinación con tres o cuatro bebidas y a esto siguió una incapacidad para reconocer sonidos, un trastorno conocido como agnosia auditiva. El escáner cerebral reveló un parche hemorrágico y daños de una hemorragia previa.
Según García-Monco, el uso en la práctica clínica del cannabis debería estar avalado por evidencias significativas de los beneficios y ausencia de riesgos asociados a él en los pacientes tratados. En estos momentos, según el investigador no existe claridad en cuanto a estos resultados beneficiosos o perjudiciales, lo que hace necesario un mayor esfuerzo de investigación sobre el cannabis antes de su puesta en marcha en terapias clínicas.
García-Monco señala que es fundamental conocer la susceptibilidad de ciertas personas a desarrollar efectos nocivos como el infarto cerebral debido al uso del cannabis. El investigador indica que el estudio de los efectos perjudiciales del cannabis por sí solo es complicado debido a la amplia extensión del consumo de esta droga entre la población.