Feafes acaba de lanzar una campaña para sensibilizar a los jóvenes de los problemas mentales que pueden generar las drogas. Manuela Otero es su presidenta desde hace unos meses.
¿Cuál es en estos momentos la mayor preocupación de las familias de enfermos mentales?
– Siempre, verlos mejorar y que estén bien atendidos. Aquí lo están, aunque nos gustaría que vinieran más. Cuando vienen, mejoran.
¿Cuántos están asociados?
– Entre familias y usuarios, unos cien. Del centro ocupacional se benefician 20 personas, al programa de ocio y tiempo libre vienen 45, y en el programa de habilidades sociales hay unas 20.
¿Y gente afectada?
– Se calcula que el 1% de la población tiene enfermedad mental grave y prolongada, con lo que en la provincia habría 2.000 personas. Muchas no están atendidas, algunas están por la calle.
Esa desatención se dará más en el medio rural.
– Simplemente porque están más lejos, o más aisladas. Hay un equipo itinerante de profesionales que se acerca más al medio rural.
¿Qué le gustaría conseguir como presidenta de Feafes?
– Que vinieran más enfermos, que tuvieran más posibilidades. Están bien atendidos pero se podría mejorar.
¿Qué proyectos tiene Feafes?
– Tenemos una vivienda apoyada y en proyecto hay otras dos. En el piso se arreglan ellos solos, están medicados. No ha habido un problema, aunque no todos se adaptan. La necesidad básica es, sobre todo, de recursos residenciales. Hemos iniciado la vivienda apoyada, pero se ve la necesidad de más, para una normalización. Se ha abierto la primera residencia en Castilla y León pero hay que completar los recursos.
¿Y a nivel hospitalario hay recursos suficientes?
– No había nada. Una unidad de agudos en situación desastrosa. Pero desde el año 2000 hay una unidad de convalecencia, otra de rehabilitación, un equipo itinerante. Falta por completar los equipos de salud mental, con su trabajador social y más profesionales, porque las consultas se sobrepasan, y formación de equipos de atención primaria para descongestionar a los de salud mental.
¿Cómo se llevan las noticias de agresiones por parte de enfermos a profesionales?
– Son cosas que no deberían de airearse tanto. También hay casos de personas normales que se adjudican a enfermos. Pero cuántas noticias hay sobre una persona rehabilitada o con una vida normalizada.
¿Cuántas se rehabilitan?
– Para una vida social y familiar buena, el 90%.
¿Hay más enfermos mentales?
– Sí, por la droga, que por desgracia está muy al día. Eso, donde mejor lo podrían valorar es en la unidad de psiquiatría infantil, pero sí se ve a edades tempranas predisposición a padecer una enfermedad mental. En los colegios se observa déficit de atención, trastornos compulsivos. Hay más consultas de chicos y chicas que con quince años van a la consulta voluntariamente, cuando eso no era lo habitual, ya que tenían que ser arrastrados por la familia. Es algo que se verá en unos años. Hay una preocupación, de ahí la campaña informativa de Feafes para sensibilizar a los jóvenes de 14 a 18 años. Esperemos que se enteren y sirva para que no caigan como otros.
¿Se reduce el estigma social?
– Sí, mucho. Antes eran escondidos y hoy están en la sociedad, tienen amigos, alternan lo que pueden. Se les ha hecho la vida más agradable.
¿Llegan a la asociación casos de discriminación?
– Hay conformismo. Es un colectivo al que le cuesta defender sus derechos. La misión del movimiento asociativo es evitar su vulneración, especialmente si es desde la Administración, a través de convocatorias de acceso al empleo público, o por no cumplir la reserva… aunque se está mejorando.
¿Hay miedo en la sociedad?
– Sí, tenemos un servicio de integración laboral pero cuesta muchísimo. Puede haber una persona válida para un determinado trabajo, pero la rechazan en cuanto saben que tiene enfermedad mental. Da rabia. Cuando hemos hecho viajes en la asociación nos han dicho que «a ver si nos van a quemar el hotel», que si pueden poner cuchillos en la comida. La violencia se ve en los medios de comunicación, pero la población normal comete más actos agresivos. Hay gente con enfermedad mental a nuestro alrededor y, sin saberlo, tenemos con ellos una relación normal. Se ve a los enfermos mentales como si todos estuvieran en plena psicosis, cuando los primeros que lo sufren son ellos cuando tienen brotes por descompensación, por no tener la medicación adecuada.
¿Han conseguido que la Ley de Dependencia les tenga en cuenta?
– Hasta ahora muy poco, tienen que ser personas muy necesitadas. La ley, en principio, se pensaba para el colectivo de personas mayores y grandes dependientes físicos. Gracias al movimiento asociativo conseguimos una consideración. Pero hay una falta de concienciación en el colectivo, se piensan que no podrán acceder a las ayudas. Y también está la interpretación que haga el profesional en la aplicación del baremo, que incluye preguntas del tipo de si se saben atar los zapatos, y sabrán hacerlo, pero salen con sandalias en invierno. La enfermedad mental crea mucha dependencia en las familias. En Zamora hay pocos casos que se hayan acogido a la ley, quizá por no ser grandes dependientes. Las ayudas se solicitarán más cuando la implantación sea completa.