En el contexto polarizado como el que vivimos hoy, en el que los clivajes identitarios, políticos y territoriales nos confrontan, es difícil hablar del tema coca sin que el contraargumento sea el aumento de cultivos y su relación con el narcotráfico o el narcotráfico y su relación con el incremento de la violencia en el oriente, temas de no menor importancia que necesitan otro tratamiento y espacio para ser abordados (tanto desde el crimen transnacional organizado como desde las coyunturas que los detonan). En este punto, el objetivo es hacer un breve ejercicio de reorientación en la mirada que el boliviano promedio tiene sobre el concepto de desarrollo, para explorar cómo aprovechar la coyuntura política regional en pos de generar una agenda local que profundice la revalorización económica de la coca dentro del marco de la descolonización que plantea el Estado Plurinacional en Bolivia.

COLOMBIA.

A fines de agosto, en el Consejo Presidencial Andino realizado en Lima (Perú), el presidente Gustavo Petro sugirió la creación de una asamblea regional para replantear la política de drogas. Colombia tiene la política más represiva y con los peores resultados de la región (David Restrepo, economista colombiano, en el Seminario Internacional “Hoja de coca, perspectivas a 5 años para la región”, La Paz, agosto de 2022). Uno de los indicadores para medir la efectividad de su política antidrogas es la cantidad de cultivos excedentarios, que en este caso es de 160.000 ha, le sigue Perú con 50.000 ha, y Bolivia con aproximadamente 8.000 ha.

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