El pasado 12 de mayo el Daily Mail decía en una de sus informaciones que el precio del éxtasis en Reino Unido ha bajado brutalmente, tanto que es posible comprar pastillas entre una y cinco libras (1,46 y 7,30 euros), lo mismo que cuesta una chocolatina. La fuente que citaba el periódico era Lifeline, una organización británica de lucha contra la droga. Su director de comunicación, Michael Linnell, aseguraba incluso que había casos de escolares de 8 años consumiendo pastillas por las que habían pagado sólo media libra (aproximadamente 73 céntimos de euro).

También es verdad que Linnell se refería a una escuela marginal localizada en la ciudad de Blackburn donde, en el mes de diciembre, habían sido ingresados seis alumnos por ingestión de pastillas de éxtasis que, por cierto, habían comprado a un compañero en la misma escuela.

Pero esto es en Reino Unido. ¿Qué sucede en España? Desde el Plan Nacional sobre Drogas se asegura que, en nuestro país, el consumo de éxtasis no es tan alto como en el Reino Unido, donde la primera droga más vendida es el cannabis, seguida del citado éxtasis. Aquí, en España, lo que más se compra es también la marihuana, pero después viene la cocaína. “El consumo de éxtasis en España es «bajo» en comparación con el cannabis”, explican.

Sin embargo, el Observatorio Español sobre Drogas (Informe nº6) detecta un ligero ascenso en el consumo de MDMA, que es la base del éxtasis. El número de tratamientos por abuso de esta sustancia pasó de 226 en 1996 a 335 en 2001. Por edad, la mayoría de los casos se centran en el grupo de 25-29 años, mientras que en la población escolar (entre 14 y 18 años), el consumo en los últimos 12 meses se mantiene igual que en 1998.

Discotecas, música tecno, luces, megatrón (masa de humo que se sueltan en las discos para animar a los pastilleros) es lo ideal para descargar el subidón que producen estas pastillas. Se compran al módico precio de 10,90 euros por pastilla, según el Observatorio Español sobre Drogas, o a 5 euros, según consumidores habituales. Es decir, sale más barato tomarse una pastilla que cuatro copas.

¿Dónde se pueden comprar? Ni el Plan Nacional sobre Drogas, ni la Fundación de Ayuda a la Drogadicción, FAD, que se dedica a hacer campañas preventivas, ni Proyecto Hombre, centrada en el tratamiento a drogodependientes, saben a ciencia cierta dónde consiguen los jóvenes las drogas de diseño. Fuentes oficiales de la Policía aseguran que en España no suelen venderse en los colegios, sino en discotecas y, sobre todo, en fiestas multitudinarias.

Una bomba de relojería

El éxtasis está compuesto por derivados anfetamínicos mezclados con no se sabe qué. “Ése es el mayor problema, porque se hacen en laboratorios y se desconoce la composición molecular, por eso no se pueden determinar sus efectos”, dice una portavoz del Plan Nacional sobre Drogas. Exaltación de los sentidos, aumento de la frecuencia cardiaca… el éxtasis es una droga muy seductora que, además, «te pone», es decir, excita sexualmente. Pero, como señalaba la última campaña de la FAD, que muchos recordarán porque salía una mano sujetando un clavo, “No sabes lo que te metes”.

El consumo habitual del éxtasis no sólo puede causar depresión, ansiedad severa o episodios psicóticos varias semanas después de usar el MDMA, sino enfermedades más graves como la paranoia e incluso la esquizofrenia.

Según los últimos datos presentados en Barcelona en un acto de La Red de Trastornos Adictivos, organizado por el Instituto Municipal de Investigación Médica-Hospital del Mar, “un 69% de los españoles que consume éxtasis presenta patología psiquiátrica concomitante”, lo que llaman una patología dual, es decir, la aparición de trastornos psiquiátricos además del propio consumo de drogas, sobre todo en personas con carencias afectivas o sociales. Lo cual significa que el enfermo no sólo es drogodependiente sino que, además, tiene un trastorno psiquiátrico importante (y en ocasiones más de uno). El problema es que es muy difícil lograr un diagnóstico adecuado y una terapia exitosa, conseguir que la persona se cure.

Aunque la mayoría de los consumidores son hombres, al igual que ocurre con otras adicciones como el tabaco, el número de mujeres consumidoras va en aumento. Por cierto, las mujeres tienen una mayor predisposición a sufrir esta patología dual.