Crece el número de adolescentes que consumen drogas. La prueba es que en los últimos años se han multiplicado los menores que se someten a desintoxicación, según la experiencia del Spott, un centro de atención a drogodependientes de la Diputación de Barcelona y que fue pionero en España. Un 9,5% de quienes han pedido iniciar tratamiento en el Spott en lo que va de año son menores. Estos toxicómanos precoces toman más de una sustancia: cocaína, drogas de diseño, alcohol y cannabis.

La tendencia al alza de tratamiento de menores se da desde hace cinco años, paralela a la disminución del consumo de droga inyectada y el incremento del consumo oral. En 1996, los menores suponían un 3,4% de los ingresos del Spott y este año, casi el triple, el 9,5%, 45 de las 457 personas que hasta septiembre habían llegado al centro -el año pasado iniciaron tratamiento 740 personas, un 6,9%, menores-.

La experiencia del Spott permite indicar que los jóvenes toxicómanos son de clase media o media alta y la mayoría llega al centro al haber detectado los padres los síntomas. Éstos suelen ser irritabilidad, falta de concentración y de control, problemas en los estudios, cambio de amigos…, según explicó Francesc Hernández, director del Spott.

Estos precoces consumidores suelen tomar las drogas ligadas a las salidas del fin de semana. Según Hernández, en un fin de semana pueden gastar 15.000 o 20.000 pesetas, dinero de la asignación familiar o de pequeños trabajos y «negocios». Entre ellos, el tráfico de las mismas drogas que toman a pequeña escala, en un círculo reducido de amigos.

Hernández señaló que la tendencia es preocupante, más si se tiene en cuenta que a los centros de desintoxicación sólo acude un porcentaje reducido de los jóvenes que pueden tomar droga. Añadió que la escalada es muy rápida: al año o año y medio de tomar drogas, éstas se han convertido en un gran problema.

Un elemento positivo es que, una vez inician tratamiento, suele ser eficaz. Hernández señaló que se debe hablar con cautela, pero el 70% u 80% de estos jóvenes que siguen tratamiento -en programas libres de droga, comunidades terapéuticas o familias de acogida- al cabo del año, se mantiene en abstinencia, el doble que los heroinómanos.

Entre los menores que trata el Spott hay cuatro o cinco de otro perfil: inmigrantes y de familias desestructuradas adictos a inhalar cola. Porque este centro, por su ubicación en Ciutat Vella, recibe a más toxicómanos sin techo e inmigrantes (un 16% y 15% respectivamente, de los atendidos el año pasado) que otros del medio centenar de centros para drogodependientes que hay en Cataluña.

El Spott celebra estos días su 20 aniversario. En dos décadas ha tratado 7.430 toxicómanos y, a partir de 1.500, ha analizado el cambio de patrones en el consumo de droga desde el punto de vista de quienes acuden al centro para dejarla. Así, destaca que el 85% de peticiones de tratamiento son de heroinómanos, pero desde hace seis o siete años este colectivo se reduce (el 53% de los tratamientos en el 2000) a la vez que crece el de cocainómanos (el 34% de tratamientos).

Todos los toxicómanos suelen consumir más de una sustancia, pero quienes toman sobre todo cocaína recurren más tarde a la ayuda profesional, sea porque socialmente están más integrados y la «caída» es más lenta, sea porque les cuesta más concienciarse del problema. De ahí que ha aumentado la media de edad de inicio de tratamiento (a los 30 años ahora, frente a los 22 en 1980), cuando la edad de inicio de consumo apenas ha variado (a los 18 años en 1980, a los 21 ahora).