Cada año son más los gallegos que envían a analizar pelos, muestras de sangre, orina e incluso saliva de sus hijos para descubrir si consumen drogas. En la última década, el número de pruebas se ha disparado, multiplicando por veinte el número de padres que recurren a la ciencia para confirmar o descartar una de las peores sospechas. Lo explica Manuel López Rivadulla, responsable del Servicio de Toxicología del Instituto de Medicina Legal de la Universidade de Santiago (USC), el único centro público que realiza estos controles de detección de drogas en la comunidad.
«Basta que la madre encuentre un resto de polvillo blanco en la mesita de noche del chaval cuando limpia para que se disparen todas las alarmas en casa, tras lo que se busca el procedimiento más rápido de detección», explica a AGN López Rivadulla, que vincula el llamativo aumento de peticiones a la labor divulgadora realizada por la prensa y las producciones audiovisuales, «ya que antes la gente no sabía que existía esta posibilidad».
Lo cierto es que si hace diez años los casos recibidos por el instituto compostelano eran anecdóticos, «no más de 20 ó 30 al año», en la actualidad representan un 600 ó 700 del total de tres mil pruebas de tóxicos que el centro realiza cada año.
Aunque siguen siendo muchos los padres que por iniciativa propia se presentan con muestras de cabello u orina de sus hijos, López Rivadulla asegura que cada vez son «más reticentes» a aceptar este tipo de encargos privados. «Normalmente les remitimos al médico de cabecera para que sea el profesional el que recomiende el análisis».
Trucos de película
De esta forma evitan analizar orina o saliva «que no se sabe ni de quién es», ya que no es la primera vez que descubren que el joven entrega a sus padres una muestra de otra persona o incluso diluida «para alterar el resultado» y engañar a sus progenitores, algo que «pasa en las películas, pero también en la realidad». Sin embargo, el experto en toxicología explica que estos casos no son frecuentes, ya que a veces son los propios investigadores los que sacan las muestras a los chavales, que acuden al Instituto de Medicina Legal junto a sus padres para someterse al análisis que revelará si consumen o no estupefacientes. Los resultados de las pruebas son del todo concluyentes y detectan todo tipo de drogas y medicamento, no sólo si se han utilizado o no, sino su tipo y cantidad.
El pelo se afianza como la prueba más utilizada. Por un lado esta muestra permite rastrear consumos realizados hasta un año atrás, pero además es la muestra más fácil de conseguir sin que el menor se entere.
La mayoría de casos analizados en el instituto de la USC arrojan resultados positivos.
EN FARMACIAS
Test de andar por casa y sin que se entere
No todos los padres llegan a recurrir a servicios profesionales y solventan sus dudas a través de los conocidos como test caseros para detectar el consumo de estupefacientes. Sólo Arifarm, el principal proveedor de estos productos en la comunidad, comercializa en torno a 3.000 detectores de drogas anuales, a los que hay que sumar los distribuidos por laboratorios como Profas, con su modelo Acon, o el italiano Silmarc Pharma, que vende el denominado Easy check.
Estos últimos se realizan con muestras de orina y el resultado se conoce en diez minutos. Su precio en el mercado es de 23 y 12 euros, respectivamente, como indica Antonio Torres, del Colegio de Farmacéuticos de A Coruña. En el caso del Arifarm-test, que cuesta 100 euros, la prueba puede hacerse sin que se entere el joven, al analizar el sudor, tomado por ejemplo de una prenda sudada. En tres minutos sabrán si el menor ha tomado anfetaminas, cocaína, opiáceos o cannabis en las últimas 48 horas.
Margen de error
Aunque hay que tener en cuenta que el Insituto Nacional de Toxicología ya advirtió en 2002 de que el sudor puede dar positivo sin haber consumido estupefacientes.
En la misma línea, Manuel López considera que «no puede hacerse una prueba de drogas como si fuera de embarazo», ya que los test caseros «dan muchos problemas de resultados erróneos».
PROCESO
Resultados en un máximo de 4 días
En pocas horas los investigadores disponen del resultado cuando la muestra es sangre, orina o saliva. De este modo se pueden rastrear consumos realizados en las últimas 72 horas. El pelo alcanza hasta un año atrás y su estudio tarda unos cuatro días.