Gonzalo Robles, delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, admite con naturalidad cualquier discusión, pero en ocasiones no tiene más remedio que ser taxativo. Quizá ve en las medias tintas de algunos posicionamientos públicos la coartada perfecta para alcanzar fines que él rechaza tajantemente. Y en el ínterin de este proceso muestra firme sus opiniones, tratando de desenmascarar lo que él llama «ceremonias de la confusión», en una entrevista concedida a DIARIO MEDICO con motivo del Día Internacional contra el Abuso y el Tráfico Ilícito de Drogas, que hoy se celebra bajo el lema Hablemos de drogas.
Por ejemplo, del cannabis dice que «hay personas bien intencionadas que investigan sobre esta sustancia en busca de usos médicos. No sólo no tenemos nada en contra de esto, sino que lo apoyamos, financiando desde el Plan proyectos de investigación. Pero hay que denunciar a los que tratan de confundir y lanzan un mensaje peligroso como que un porro es beneficioso para la salud. La verdad es precisamente la contraria: el cannabis genera daños a la salud; esto es incuestionable».
Mal ejemplo
La coartada de la que habla Robles consiste en partir de la supuesta utilización terapéutica del cannabis para lograr la normalización o legalización del uso recreativo. El delegado niega la mayor: «El porro no es terapéutico. Se habla del caso de los enfermos terminales. Sinceramente, creo que es un mal ejemplo. El hecho de que un paciente que está a punto de morir se encuentre mejor psicológicamente por fumarse un porro no es algo médico, no hay nada que demuestre que eso le alarga la vida».
Que el THC, uno de los componentes del cannabis, contenga propiedades médicas está por ver. «Primero habrá que demostrarlo y, si es así, la industria lo extraerá y fabricará medicamentos». No habría, pues, que legalizar los porros.
Otra sustancia de alto contenido político en los últimos meses ha sido la heroína. El Proyecto Experimental de Prescripción de Estupefacientes en Andalucía (Pepsa) ha enfrentado a la Junta y al Gobierno central con continuas y graves acusaciones, que todavía prosiguen en cuanto llega la oportunidad: «No se puede poner en marcha un proyecto sólo porque interese políticamente, adelantando los resultados antes de empezar el estudio».
Robles niega que la Administración central haya demorado a propósito la autorización del Pepsa. «Sólo exigíamos rigor científico y garantías y seguridad, porque no queremos que se juegue con la salud de las personas. Parecían tener mucha prisa, decían que lo tenían todo preparado y que con nuestras peticiones estábamos arriesgando las vidas de miles de personas. Pues bien, resulta que todavía siguen buscando personas para incluirlas en el programa». Las antípodas del Pepsa las ocupa la narcosala de la Comunidad de Madrid: «Aquí sí se hicieron las cosas bien y se ha demostrado que la venopunción vigilada por sanitarios limita los daños y salva vidas. Este es un proyecto médicamente aconsejable. Entiendo que se investigue si la heroína puede aportar algo más de lo que hoy supone la metadona como sustitutivo. Pero no debemos renunciar al objetivo último: vivir libres de dependencias».
Lección demoledora
Al margen de otros usos aún no demostrados, la sociedad española sí ha aprendido bien la lección de la heroína: «Su impacto ha sido demoledor, sobre la salud, la seguridad ciudadana, los delitos… Al final ha provocado un efecto de vacunación». A Robles le gustaría que España lograra con otras drogas la misma concienciación que existe contra la heroína: «Pero va a ser díficil. Con las sustancias que se consumen ahora (alcohol, porros, drogas de síntesis) hacer prevención será más complicado porque sus efectos visuales no son tan evidentes. También me preocupan las drogas químicas y su continua mutación que nos complicará su conocimiento».
Pero Robles no desfallece: «Hoy tenemos más experiencia y recursos, y sabemos cómo prevenir. Ahí está el ejemplo de los programas escolares. No se trata de dar una charla y ya está, sino de cursos enteros formando sobre drogas. Así lograremos frenar el consumo».
De la concienciación a los efectos
Hablemos de drogas es el lema elegido por Naciones Unidas para celebrar hoy el Día Internacional contra el Abuso y el Tráfico Ilícito de Drogas, con el que pretende subrayar la necesidad de que exista una interrelación y comunicación entre todos los sectores implicados, especialmente padres e hijos, aunque no exclusivamente. Entretanto, el Plan Nacional sobre Drogas sigue embarcado en una nueva campaña preventiva, que en esta ocasión se desarrolla bajo el mensaje Abre los ojos, las drogas pasan factura (ver DM del 11 de junio). «La gente ya va tomando conciencia de que el abuso del alcohol, los porros o la cocaína, aunque se tomen el fin de semana también pasan factura. Una vez que ya las reconocen como drogas es momento de contar sus efectos. Hace años la cocaína parecía una sustancia inocua, que nunca daría los problemas de la heroína. Pues bien, ya hay más tratamientos y urgencias por consumo de cocaína que de heorína. Una vez más se demuestra que las drogas pasan factura».
Gonzalo Robles también advierte sobre una de las peculiaridades de la sociedad española en su relación con las drogas: el policonsumo. «Cuantitativamente el alcohol es la sustancia más importante. Después viene el porro, que es el gran desconocido de los jóvenes y que está rodeado de un montón de tópicos, pero hay que tener mucho cuidado, pues contiene sustancias psicoativas».