Los trabajos de esta investigadora del funcionamiento cerebral en la población adolescente han aportado pruebas fundamentales que dejan patente la mayor vulnerabilidad de los adolescentes al alcohol. Susan Tapert presentó en Madrid sus últimos trabajos durante el seminario internacional sobre alcohol y daño cerebral en menores, que organizó el Ministerio de Sanidad.

-¿Por qué los adolescentes son tan vulnerables al alcohol?

-La adolescencia es un periodo clave en el desarrollo cerebral, una etapa en la que aún se está formando, y el alcohol interfiere en su formación. Hemos visto que el cerebro adolescente es más vulnerable que el adulto, tanto en estudios con animales como en humanos.

-¿Qué alteraciones produce?

-Sabemos que reduce un 10 por ciento la capacidad de la memoria y en recordar la información aprendida. En los estudiantes, esta reducción puede ser la diferencia entre aprobar y no aprobar, la clave del fracaso escolar. En diferentes estudios hemos comprobado que los chicos que se emborrachan el fin de semana tienen problemas de atención, razonan con mayor lentitud, poseen una peor capacidad de trabajo, más problemas para regular sus emociones y tomar decisiones. El alcohol también produce cambios estructurales. El tamaño del córtex prefrontal y los hipocampos se reduce. En estudios con resonancia magnética también hemos visto una reducción de la calidad de la materia gris y menor flujo sanguíneo en zonas claves.

-¿Los daños son irreversibles?

-Es un tema en discusión. Aún no sabemos con seguridad si estos cambios estructurales y de la capacidad cerebral son irreversibles. Lo sabremos cuando finalicen los estudios que tenemos en marcha. En un trabajo en el que seguimos a jóvenes bebedores desde los 16 años, durante ocho años, vimos que los problemas continuaban.

-¿Nos enfrentamos a una generación con sus capacidades cognitivas mermadas por el alcohol?

-Sí, aunque afortunadamente no todos los jóvenes beben hasta emborracharse. En particular, nos preocupan los jóvenes que se dan atracones de alcohol durante el fin de semana, que al día siguiente se sienten mal físicamente y tienen resaca. No recuerdan lo que hicieron, se sienten fatal, con dolor de cabeza, temblores, náuseas… Esos son los que más problemas van a tener más tarde.

-¿Son conscientes los chicos de la cantidad que beben?

-Unos sí y otros no. Algunos buscan emborracharse deliberadamente, otros no; pero la presión ambiental, de los amigos, la facilidad para conseguir el alcohol… permiten que pierdan el control.

-¿Existe una edad segura para empezar a tomar alcohol?

-No lo sabemos. Probablemente sea diferente para cada persona. La reacción al alcohol es diferente en cada individuo. Cuanto más tarde se empiece, mejor; si es a los 18 años bien, si pueden esperar hasta los 20 o 21, mejor todavía.

-¿Por qué permitimos mejor el alcohol que otras drogas?

-Porque está muy arraigado en nuestra cultura, en nuestra sociedad, incluso en nuestra religión. Y porque en cantidades muy pequeñas puede ser beneficioso para la salud.

-¿Es peligrosa para los más jóvenes esa permisividad social?

-Así es. Para un adolescente, ni siquiera una sola copa es beneficiosa para su salud.

-¿Deberían administrarse con cuidado los mensajes sobre los beneficios del alcohol?

-Hay que aclarar siempre que se dirigen a los adultos.

-¿Sería eficaz que las botellas de bebidas alcohólicas reflejen advertencias sobre sus riesgos?

-Sí. En Estados Unidos ya se realizan advertencias para embarazadas en el etiquetado, y avisos sobre los efectos en la conducción de vehículos.

-¿Sería descabellado ver leyendas similares a las del tabaco, como «el alcohol daña el cerebro», o «puede matar»?

-Temo que leyendas muy agresivas provoquen el efecto contrario. Si se dramatiza demasiado, la gente no se lo creerá.

-Subir los precios sería una buena medida disuasoria para prevenir el consumo entre los jóvenes?

-Probablemente sí. Hemos visto cómo la subida de impuestos en el tabaco redujo el consumo de los adolescentes.

-¿La publicidad de bebidas debería ser menos atractiva?

-Sin duda. La publicidad tiene una influencia real y peligrosa para los jóvenes. Todos los días, en todos los países, los adolescentes ven anuncios de bebidas alcohólicas. Es un tema que nos preocupa mucho. Los anunciantes utilizan recursos que resultan muy atractivos para los jóvenes. Están hechos con humor, con animales, con gente joven… En cambio, si sólo destacaran la calidad de sus ingredientes o la historia de la marca, no les atraerían. Hemos comprobado esos efectos y la reacción de los jóvenes a la publicidad con imágenes de resonancia magnética.

-¿El vino y la cerveza debería tener una consideración especial, como bebidas menos dañinas?

-No. El efecto en la salud depende de la cantidad de alcohol que consumas. En Estados Unidos, por ejemplo, nuestros jóvenes se emborrachan con cerveza, no con otras bebidas de más graduación. Beben más hasta lograr emborracharse.