Hasta ahora los estudios sobre consumo de drogas en la provincia han estado limitados a los registros que realizaba el Centro Provincial de Drogodependencias (CPD) respecto a las personas que decidían acudir a tratamiento. El problema es que esto refleja una realidad social que es sólo parcial, son muchas las personas consumidoras de distintos tipos de sustancias que nunca acudirán a tratamiento y las que ni siquiera reconocen que tienen una adicción.
Ante esto, la Universidad de Jaén (UJA), en un convenio con la Junta de Andalucía, ha sido pionera con la realización de un estudio sobre el consumo de drogas en la población universitaria. El profesor José Antonio Muela y su equipo (Lourdes Espinosa y Beatriz López Luengo) ha analizado el comportamiento ante las drogas de 384 estudiantes de la UJA, de 21 años de media, y ayer presentó los resultados.
Para empezar se han dividido a esos jóvenes en seis grupos diferentes. Los abstemios, que son el 18,8 por ciento, los que sólo consumen cannabis (8,7%), los que consumen cannabis y otras sustancias (3,9 por ciento), los que abusan sólo de alcohol (2,5%), los que hacen un uso moderado del alcohol y el tabaco (61,9%) y los que consumen otras sustancias ilegales que no son cannabis (4,2%).
Tabaco
Así, si hablamos de tabaco, el consumo de las mujeres está por encima de los hombres. Estas, de media, se fuman nueve cigarros al día entre semana, aunque los fines de semana la cantidad aumenta y aquí son los hombres los que se «pasan» más que las mujeres. La edad media de empezar a fumar son los 15 años.
En el caso del alcohol la situación cambio. Los hombres beben bastante más que las mujeres. De media, 23,9 bebidas con alcohol a la semana. El botellón es uno de los puntos donde hacen ese consumo y la media es que vayan 12 veces al semestre, es decir dos veces al mes, que son las mismas veces que se emborracharon en el últimos mes antes de realizar la encuesta. Y aquí las cifras son iguales para hombres que para mujeres. El profesor Muela da la explicación: «por su fisonomía es más fácil que la mujer se emborrache aún habiendo bebido bastante menos que el hombre, de hay que tantos unos como otros hayan vivido dos borracheras en un mes». Aquí la edad de inicio para empezar a beber son también los 15 años.
Pero como en todo, hay quien no sabe «controlar». El 5,8 por ciento de los universitarios encuestados abusan del alcohol.
Respecto a la drogas ilegales, según dice el director del estudio, «el consumo en la universidad es mayor que en la sociedad en general».
Un dato que sorprende es que el 49 por ciento de los universitarios reconocen que nunca ha consumido una droga ilegal, eso supone que el 51 por ciento sí lo ha hecho. Es decir, uno de cada dos estudiantes al menos lo ha probado. Y de entre los que consumen, lo más frecuente es el cannabis (86,22). Si se trata de consumir drogas ilegales, la droga con la que se inicia la mayoría es el cannabis, el problema es que el 30% reconoce que también ha probado otra droga.
Así, por orden, las drogas más consumidas por los universitarios de Jaén son el cannabis, el alcohol, los tranquilizantes y la cocaína.
Factores asociados
Pero no todo es consumo. También se han estudiado factores sociales asociados. Por ejemplo, los universitarios que viven con sus padres o algún familiar, suelen ser los abstemios o los que consumen drogas legales. Los que viven solos se animan más con las ilegales.
Respecto a la información recibida sobre las drogas, todos se sienten bastante informados, pero no es suficiente. «No es suficiente con dar información, también hay que proporcionarles técnicas para modificar sus actitudes», dice el profesor Muela.
También llama la atención que los que hacen un abuso del alcohol no creen que tengan ningún tipo de adicción y que los que no consumen nada de nada son los que sienten como «bichos raros». El caso es que, según dijo el director general para las Drogodependencias, Andrés Estrada, «lo que estamos haciendo es trabajar para prevenir, no decimos que los jóvenes sean libres, pero que tengan toda la información sobre los riesgos sociales y sanitarios a los que se enfrentan».