Además de los conocidos efectos de la cocaína sobre el cerebro de quienes la consumen, esta sustancia parece «morder la mano que la alimenta», es decir, daña los mecanismos cerebrales responsables de que la droga produzca placer, de acuerdo con una investigación publicada en el «American Journal of Psychiatry».

Es la primera vez que se demuestra que la «coca» afecta a las neuronas del centro cerebral responsable del placer. Hasta ahora, se sabía que la dopamina, el neurotransmisor asociado a sensaciones placenteras, se veía afectada por la droga.

Ante cualquier acto que produzca gozo, aumenta la secreción de dopamina. Pero cuando se consume cocaína, este neurotransmisor se acumula en el espacio que separa a las neuronas (sinapsis), de modo que se da una estimulación continua de las células nerviosas. De ahí la euforia que sufren los adictos a esta sustancia.

Investigación

Pero esta sensación pacere volverse contra sí misma y acaba dañando al neurotransmisor y a sus receptores (las proteínas que, en el proceso de comunicación de las neuronas, «recogen» la dopamina), tal y como han visto Karley Little y su equipo.

Estos expertos, que proceden de la Universidad de Michigan (EEUU), compararon muestras cerebrales de 70 personas fallecidas —todas por causas similares—, de las cuales la mitad habían consumido cocaína.

Tras valorar varios indicadores de la salud de las células cerebrales dopaminérgicas, constataron que los valores eran peores en el grupo de drogadictos.

«Esto subraya la fragilidad de estas neuronas y muestra el círculo vicioso que la cocaína puede ocasionar», aclara Karley Little. Y es que para este experto, sus datos confirman algo que ya se había visto en animales: la respuesta del cerebro al consumo de cocaína es «reajustarse», de modo que la droga que antes se consumía en busca de placer, se toma ahora para evitar las sensaciones negativas asociadas a la ausencia de la sustancia.