La «báscula» puede ser el mayor enemigo de muchas personas, hombres y sobre todo mujeres que, desde hoy quizá más que nunca, desearían dejar de fumar pero que temen que el abandono del tabaco se traduzca en una ganancia de peso que dé al traste con el objetivo de mantener la figura.

Sin embargo, y aun reconociendo que ambas situaciones son de algún modo correlativas, los expertos creen que tal circunstancia es fácilmente subsanable si el ex fumador o ex fumadora combina durante los primeros meses el ejercicio físico y una dieta equilibrada.

“De ese modo”, asegura el doctor Miguel Barrueco, miembro del área de tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), “la ganancia coyuntural de peso, que está establecida en una media de 2,5 kilos persona, puede ser fácilmente neutralizada”.

Las mujeres, los menores de 55 años, los individuos de raza negra y quienes fumaban más de 15 cigarrillos diarios son, según el criterio de este médico, que el pasado mes de noviembre presidió el V Congreso Nacional para la Prevención y Tratamiento del Tabaquismo, celebrado en Salamanca.

“La falta de la habitual nicotina modifica los procesos termorreguladores y tiene como efecto el que se depositen más sustancias grasas en el organismo”, explica el neumólogo. Otra causa, complementaria de la anterior, es que aumenta la ingestión de alimentos debido a la recuperación del nivel olfativo y gustativo.

Junto con la irritabilidad y los trastornos del sueño provocados por el ansia de nicotina, el aumento de peso es una de las más importantes razones para dudar en dejar de fumar, insiste el neumólogo. “Tales síntomas están relacionados con un síndrome de abstinencia que se presenta escasas horas después de haber dejado el tabaco, aunque alcanzan su cota máxima durante los dos días siguientes y no desaparecen hasta pasado un mes, aproximadamente, si bien el hambre y el aumento de peso pueden llegar a mantenerse durante meses”.

Beneficios

Pero el objetivo bien puede valer un poco de sacrificio. Entre otras razones porque, si es cierto que los problemas con el peso inciden más en las mujeres, también lo es que son ellas las que más beneficios obtendrán de un eventual abandono del tabaco. Y no sólo por sus efectos rejuvenecedores, expresados en una mejora del cutis y el retraso en la aparición de arrugas. “Eso puede ser importante, pero sin duda lo principal es que mejorarán todos sus parámetros de salud y de prevención, y no digamos si además creen estar embarazadas”, señala el doctor Barrueco.

En este sentido, recuerda el experto de la SEPAR que los hijos de madres fumadoras suelen nacer con un significativo déficit de peso, “aunque basta que se deje de fumar al comienzo de la gestación para que el niño nazca con las mimas características que los de madres no fumadoras”.

Indica, asimismo, que la eliminación del tabaco durante la gestación puede prevenir el 5% de las muertes perinatales, un 20% de nacimientos con bajo peso y un 8% de casos de prematuridad.

Por otro lado, y por si no fuera suficiente aliciente saber que la retirada del tabaco es el mejor freno contra el cáncer de pulmón o las patologías pulmonares, junto a la mejor manera de ganar en años y calidad de vida, las mujeres que dejan de fumar retrasan también la menopausia hasta la edad en que generalmente aparece en las no fumadoras.

“En fin -concluye el doctor Barrueco-, todas ésas son ventajas que deben de ser convenientemente valoradas a la hora de sopesar un factor tan en cierto modo banal, y por otra parte tan controlable, como es una eventual pelea con la báscula”.