El 22 de mayo, la Comisión de Investigación sobre Asuntos Internos de la Cámara de los Comunes del Reino Unido publicó el informe “La política de drogas del gobierno, ¿está funcionando?”. En dicho informe esta Comisión concluye que, “… creemos que ya es hora de que se reconsideren los tratados internacionales” y recomienda que, “… el gobierno inicie una discusión dentro de la Comisión de Estupefacientes sobre formas alternativas – incluyendo la posibilidad de legalización y regulación – de abordar el dilema global de las drogas”. Estas conclusiones son un importante avance en el debate sobre el control internacional de drogas y para el examen de mitad de período de la Sesión Especial de la Asamblea General de la ONU (UNGASS, siglas en inglés) sobre drogas de 1998, que tendrá lugar en abril del 2003.

Resumiendo el reporte, el presidente de la Comisión de Investigación sobre Asuntos Internos, Chris Mullin, manifestó que la Comisión le dice no a la legalización y sí a una política de drogas razonable, basada en la reducción del daño y opuesta al prohibicionismo de la tolerancia cero. “Las tentativas de combatir las drogas ilícitas por medio de la imposición de la ley se han revelado tan ineficaces que es difícil argumentar a favor de su continuidad”, dijo Mullin. De hecho, la Comisión recomienda al gobierno británico estudiar cuidadosamente las políticas de drogas que han ganado terreno en los Países Bajos y Suiza.

Sin duda, el reporte de la Comisión de Investigación sobre Asuntos Internos será el blanco de un cruce de fuegos entre los que están a favor de la prohibición y los que están por la legalización, los dos bandos opuestos en el debate sobre drogas. Mientras las recomendaciones y la exactitud de las conclusiones pueden ser motivo de discusión, este informe representa una importante contribución a los esfuerzos de trasladar el debate más allá de la actual polarización predominante desde hace tiempo entre prohibicionistas y legalizadores, que ha transformado la discusión en una interminable guerra de trincheras.

Hasta ahora, las convenciones de drogas de la ONU han sido sacrosantas, bloqueando cualquier cambio, así como el debate abierto sobre el control internacional de drogas. La Comisión concluye que en el actual régimen de control de drogas hay “…un considerable «espacio para maniobrar», dentro de los tratados, para un cambio”, porque “… los tratados no establecen mecanismos específicos de control con la premisa básica de la criminalidad por la oferta o posesión de drogas”. No obstante, la Comisión recomienda una discusión abierta sobre la idoneidad de las convenciones.

Parálisis de las Naciones Unidas

En la ONU, la polarización del debate global sobre las drogas ha llevado a una parálisis. Una buena oportunidad para hacer un avance será el examen de mitad de período de la Sesión Especial sobre Drogas de 1998, que se desarrollará en abril del 2003 en Viena. Originalmente, la UNGASS de 1998 se hizo para reevaluar las actuales políticas antidrogas, y se esperaba que fuera lo suficientemente lejos como para desafiar el acierto de las convenciones de drogas de Naciones Unidas. México había hecho un llamado para que la Asamblea General creara un momento de reflexión global, diez años después de la adopción de la tercera convención antidrogas de la ONU, la Convención de Viena de 1988.

El aumento continuo del consumo y producción de drogas ilegales durante los años noventa puso en evidencia el fracaso de los esfuerzos para controlar las drogas de las últimas décadas. Para muchos ya era hora de hacer una reevaluación. Para otros, sin embargo, lo que se necesitaba era reafirmar los principios convenidos y, simplemente, aplicar las actuales políticas con más fuerza para lograr resultados reales. Durante las preparaciones de la UNGASS sobre drogas, estas dos visiones se enfrentaron, bloqueando la oportunidad de aprovechar el momento para una reevaluación honesta.

El Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización Internacional de Drogas (PNUFID), se puso del lado de la «reafirmación» debido a la influencia de Pino Arlacchi, quien pasó a ser director ejecutivo del PNUFID durante el proceso preparatorio de UNGASS-1998. Arlacchi llevó a la UNGASS a adoptar una política de fechas límite, y a la reafirmación del actual marco multilateral represivo. En su declaración política, la Asamblea General de la ONU le dio al PNUFID la tarea de “… desarrollar estrategias con la perspectiva de eliminar o reducir significativamente los cultivos ilícitos del arbusto de coca, la planta de cannabis y la adormidera para el año 2008”.

Estos últimos años, el PNUFID ha sofocado las tentativas de abrir el debate, ha censurado comentarios críticos en sus propias publicaciones, ha alardeado de casos de dudoso éxito y ha castigado puntos de vista divergentes entre su propio personal. En el ámbito de la Comisión de Estupefacientes, los países a favor de una «reevaluación» y con mentalidad liberal están asumiendo un perfil bajo. Cuidadosos con no agudizar tensiones que pondrían en peligro el terreno conquistado para experimentar con la reducción del daño, estos países optan por mantener el debate en los términos más generales y diplomáticos posibles, evitando de manera estudiada abrir una controversia sobre sus directrices políticas en la Comisión.

La oportunidad de abril del 2003

El examen de mitad de período en el 2003 podría ser un momento crucial para sacar el control internacional de drogas de la filosofía de imposición de fechas límite en la cual ha quedado atrapado. Una señal interesante y positiva es que México ha sido elegido por la Comisión de Estupefacientes para presidir esta revisión, así como sus preparativos. En su discurso de apertura al 46° periodo de sesiones de la Comisión, la viceministra de asuntos exteriores de México, Patricia Olamendi, aludiendo a la fecha límite del 2008, recordó algunas de las ideas originales de México, al decir que “en este período de sesiones seremos muy críticos respecto a estos ambiciosos objetivos”.

Debido a que la Comisión tiene que establecer los criterios para la preparación de la revisión de mitad de período, sería de suma importancia que el gobierno del Reino Unido acogiese la recomendación de la Comisión de Investigación sobre Asuntos Internos de iniciar una discusión dentro de la Comisión de Estupefacientes sobre formas alternativas – incluyendo la posibilidad de legalización y regulación – de abordar el dilema global de las drogas. El Reino Unido podría prestar su apoyo a México y otros Estados miembros con posiciones similares, como Países Bajos, Portugal, Alemania, Brasil, Canadá, Australia y otros, para que presionen a favor de un debate abierto que saque el control internacional de drogas del impasse en el que se encuentra, y lo encamine hacia políticas realistas y pragmáticas basadas en la reducción del daño.

Otra señal positiva que podría contribuir en este sentido es el cambio reciente de dirección en el PNUFID. El pasado marzo, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, reemplazó al director ejecutivo Pino Arlacchi – debido a su mal manejo de la agencia – por Antonio Costa. Es poco lo que se conoce todavía de la posición del señor Costa en el debate sobre drogas, ya que es relativamente nuevo en este campo, pero es de esperar que saque al PNUFID de su estrecho enfoque prohibicionista, que emprenda un proceso de reformas internas y que se abra a los puntos de vista de fuera de la agencia.

Con el examen de mitad de período, el PNUFID tiene una oportunidad única de deshacerse del legado negativo de Pino Arlacchi y de liderar un proceso de evaluación de las actuales estrategias de control de drogas. Durante la dirección de Arlacchi, varios funcionarios de alto rango abandonaron la agencia disgustados por la dirección propagandística, el agobiante ambiente político en la agencia y el mal uso de los fondos. El año pasado auditores de la ONU investigaron las alegaciones de malversación, lo que llevó a que varios países donantes congelaran sus contribuciones al PNUFID hasta que no se implementen las reformas pedidas por los auditores.

Antonio Costa no solamente tiene que levantar de nuevo una agencia mal administrada y recuperar la confianza de los principales países donantes: también tiene que ajustar su dirección política. Un simple reemplazo de Arlacchi no es suficiente, pues la agencia sigue infestada con sus discípulos y secuaces. Costa no puede dejarse asesorar solamente por este círculo interno de altos funcionarios. Necesita también mirar fuera de la agencia, consultar a ex funcionarios políticos, ONG y expertos, para poder sopesar diferentes puntos de vista sobre lo que se necesita para reorientar el PNUFID. El informe de la Comisión del Reino Unido contiene muchas sugerencias para la reflexión que podrían estimularle hacia un debate racional.

Reducción del daño también para el lado de la producción

La Comisión de Investigación sobre Asuntos Internos del Reino Unido concluyó también que “… la reducción del daño, y no el castigo, debe ser el principal enfoque de las políticas hacia los consumidores de drogas ilegales”. Desafortunadamente, la Comisión restringió sus sugerencias al consumo de drogas, y omitió hablar de medidas de reducción del daño para los cultivos de los que derivan las drogas. Esta omisión descuida el creciente desequilibrio en la actual dirección de las políticas de control de drogas. Mientras del lado del consumo hay una tendencia clara – al menos en la mayoría de los países de la Unión Europea y otros como Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Brasil – hacia políticas de drogas más indulgentes, racionales y pragmáticas, del lado de la producción, por el contrario, hay un escalamiento del enfoque represivo.

Las convenciones de drogas de la ONU dejan poco «espacio para maniobrar» en lo relativo a cultivos relacionados con drogas que se concentran en países del Sur, donde miles de campesinos dependen de los cultivos ilícitos para sobrevivir. La pasada década estuvo marcada por una intensificación de las fumigaciones químicas de los cultivos en Colombia, intentos de desarrollar micoherbicidas para iniciar un frente biológico en la Guerra a las Drogas y una participación creciente de las fuerzas armadas en operaciones de control de drogas, especialmente en América Latina, bajo el liderazgo de EEUU. En estos momentos el Reino Unido está guiando a la comunidad internacional en la definición de una estrategia apropiada para ayudar al gobierno interino afgano en la erradicación de la adormidera, lo que podría llevar a un escalamiento del conflicto interno en Afganistán.

Los eslabones más débiles de la cadena de las drogas ilícitas (consumidores de drogas y poblaciones rurales involucradas en cultivos ilícitos) han sufrido las desproporcionadas consecuencias negativas de las políticas de control de drogas. El control de drogas en países productores ha afectado a la sociedad en su conjunto, intensificando conflictos internos, corrupción, violaciones a los derechos humanos y degradación medioambiental. Se requiere urgentemente una política de reducción del daño a ese nivel. Sin una estrategia común de reducción del daño en los niveles del consumo y del cultivo, una coalición internacional amplia para reformar las convenciones de la ONU será débil y correrá el riesgo de incrementar el desequilibrio existente en el control de drogas, dejando que las naciones del Sur sigan sufriendo las consecuencias negativas.

Para más información sobre el control de drogas de la ONU, véase el sitio en Internet del TNI sobre Control de Drogas de las Naciones Unidas: http://www.tni.org/drogas/ungass/polinnuu.htm

El informe de la Comisión de Investigación de Asuntos Internos de la Cámara de los Comunes, «The Governments Drugs Policy: Is It Working?», está disponible en: http://www.publications.parliament.uk/pa/cm200102/cmselect/cmhaff/318/31802.htm

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