El presidente Andrés Manuel López Obrador ha pasado a las propuestas radicales para hacer frente a la crisis del tráfico y la adicción al fentanilo en México y Estados Unidos. El mandatario ha planteado este miércoles que se prohíba en ambos países el uso del opioide para fines médicos y se reemplace por analgésicos alternativos, con la finalidad de controlar su circulación y disponibilidad. “Voy a pedir a médicos y científicos mexicanos que analicen la posibilidad de que podamos sustituir el fentanilo con fines médicos por otros analgésicos para dejar de usarlo, a ver si es posible, porque antes se usaban otros analgésicos”, ha dicho en su conferencia diaria en Palacio Nacional. “Para propósitos médicos, el fentanilo se utiliza para quitar el dolor de enfermedades terminales, o cuando hacen operaciones que son muy dolorosas lo usan, pero antes se utilizaban otros analgésicos. Hay que explorar esa posibilidad”, ha añadido.

El mandatario mexicano no ha dado más detalles, pero su propuesta echa luz sobre un aspecto que ha quedado más o menos al margen de la discusión de cómo enfrentar la crisis del fentanilo que ahorca a ambas naciones: la industria farmacéutica. Hace unos días, López Obrador aludió en su conferencia a la serie de televisión Dopesick, que describe la responsabilidad de la industria —y particularmente de una compañía: Purdue Pharma— en la crisis de la adicción a los opioides que vivió EE UU a finales de la década de 1990 y principios de los 2000, hasta que el Gobierno de ese país tomó medidas para controlar su prescripción en tratamientos médicos.

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