El secretario general de Sanidad del Ministerio de Sanidad y Consumo, Fernando Lamata, alertó hoy de que se ha banalizado el consumo de cannabis, que aumentó del 25 al 36 por ciento el último año entre jóvenes de entre 14 y 18 años, ya que consideran que el riesgo es menor a tomar alcohol o fumar tabaco.
Fernando Lamata inauguró en Logroño el XI Congreso Nacional de la Sociedad Española de Toxicomanías (SET) -en el que participan hasta el próximo sábado unos 340 personas-, junto al presidente de la SET, José Carlos Pérez de los Cobos, y el consejero de Salud del Gobierno de La Rioja, Pedro Soto.
Estas jornadas, que se completan con el II Foro Iberoamericano de Trastornos Adictivos, que se celebró ayer, cuentan con 90 ponentes, de los que 72 son nacionales, 12 iberoamericanos y seis europeos.
El secretario general de Sanidad incidió en que el problema por el consumo de heroína está bien orientado, con 88.000 personas que siguen tratamientos en programas de deshabituación con metadona y detalló que, desde mediados de los años ochenta, han muerto en España 42.000 jóvenes, principalmente por el contagio de sida.
Sin embargo, las encuestas escolares han detectado un incremento en el consumo de cannabis y cocaína (esta última droga, fue consumida por el 7,2 por ciento de los jóvenes de entre 14 y 18 años el año pasado, frente al 4 por ciento de 2003).
El principal peligro, explicó, es que los jóvenes comienzan a tomar estas sustancias desde edades muy tempranas, y además, lo vinculan a usos recreativos y su consumo está ligado a la fiesta, por lo que no perciben el riesgo que entraña.
Recalcó que la principal causa de mortalidad en los jóvenes son los accidentes de tráfico, la mayoría de ellos producidos por el consumo de alcohol combinado con estas otras drogas.
Lamata añadió que, según la encuesta de movilidad hospitalaria elaborada entre 1993 y 2000, los casos de psicosis por consumos de drogas no alcohólicas se incrementaron el 422 por ciento, al pasar de 385 casos a 2.000.
Además, los envenenamientos por psicotrópicos aumentaron el 376 por ciento, con 685 casos en 1993 y 3.265 en el año 2000, y el número de personas que acude a los programas de deshabituación se ha triplicado en este período.
Apostó por movilizar a las organizaciones sociales y en especial a los medios de comunicación, la televisión y el cine, «para que transmitan mensajes en los que se alerte sobre el peligro de tomar estas drogas, ya que la sociedad ha bajado la guardia».
Por su parte, Pérez de los Cobos incidió en la aparición de psicosis crónicas producidas por el consumo de cocaína, que producen la percepción de la realidad, y añadió que los psiquiatras han comenzado a considerar que el consumo de esta droga produce una mayor vulnerabilidad y el 8 por ciento de las esquizofrenias.
Agregó que el consumo de cannabis produce un impacto indudable en el descenso del rendimiento escolar, pérdida de memoria, atención, concentración y falta de motivaciones.
Por otro lado, los consumidores de drogas de síntesis, como el éxtasis, presentan cuadros depresivos, crisis de pánico y ansiedad, pero consideró que estas sustancias son menos adictivas que la cocaína.
Soto abogó por integrar esfuerzos y unir los medios de todas las administraciones para luchar contra las drogas y propuso desarrollar un esfuerzo adicional para llegar a las familias, que son el primer paso en la prevención, y poner en marcha campañas novedosas para llegar a los jóvenes.
También incidió en que hay que vincular los dispositivos sanitarios y multiplicar los esfuerzos en Atención Primaria y las unidades de Salud Mental, y en especial, evitar las voces que proclaman la inocuidad del consumo de estas sustancias.