Es de sobra conocido que alcohol, noche y carretera son una combinación trágica. Aún así, estos tres factores se repiten con más frecuencia de la deseada y aparecen combinados en la mitad de las muertes de jóvenes menores de 35 años por accidente de tráfico en la provincia.

Son los datos que maneja la jefatura provincial de la Dirección General de Tráfico en Málaga y que indican que a pesar de las campañas informativas, de las sanciones astronómicas y de los despliegues de las autoridades competentes, los efectos derivados de la «movida» nocturna son demoledores en el tráfico rodado. Según estos datos, en la provincia de Málaga el número de jóvenes fallecidos en la carretera no desciende apreciablemente desde 1999. Entonces fallecieron 48 menores de 35 años y en el pasado 2002 lo hicieron 41.

Lo que sí ha bajado, según el jefe provincial de Tráfico, Luis Lorenzo, es el porcentaje que representan estos jóvenes en el cómputo global de los fallecidos en carretera. No por nada, sino porque la cifra total de muertos no ha dejado de crecer en estos últimos años en Málaga, pasando de 82 en 1999 a 95 en 2002.

Según Lorenzo, la noche es uno de los principales principales problemas que tiene el tráfico, ya que “la conducción es mucho más peligrosa” por las deficientes condiciones de visibilidad. Sobre todo en una autovía o vía rápida, debido a que “la luz corta ilumina poco, entre 30 y 35 metros, y a altas velocidades esta distancia no es suficiente para reaccionar”, asegura Lorenzo. De hecho, cuanto menos luz natural se posee, el número de accidentes va en aumento y el número de víctimas mortales en dichos accidentes alcanza a los que se producen de día, cuando la cantidad de vehículos que hay circulando es mucho mayor.

Además, en cinco de cada diez siniestros que acaba con trágicas consecuencias interviene el alcohol, explica Lorenzo, lo que dificulta más si cabe la capacidad de reacción. En dos de cada diez, se detectan también otro tipo de sustancias excitantes o psicotrópicas, y en uno de cada diez, aparecen medicamentos. O sea, que en ocho de cada diez muertes se incumplen la prohibición de consumir sustancias que alteren las facultades físicas.

Lorenzo sostiene que, al menos, las nuevas generaciones comienzan a ser más prudentes al volante. Así, y como dato significativo, cabe destacar que el número de víctimas mortales con menos de veinticinco años, uno de los principales grupos de riesgo, está bajando considerablemente sobre el asfalto y sobre el papel, que el año pasado anotó 15 fallecidos, la mitad que en 1999.