Los efectos ambientales del narcotráfico vuelven a ser tema de gran preocupación al interior del gobierno de Estados Unidos.

La Oficina de Política Nacional de Control de las Drogas (Ondcp) acaba de lanzar una campaña para explicar las consecuencias para el medio ambiente de los cultivos para producir drogas.

Según el organismo, dependiente de la Casa Blanca, los cultivadores de marihuana queman la vegetación para producir sus cosechas ilícitas, destruyendo así el hábitat de las especies silvestres y diseminando pesticidas dañinos.

El tráfico de drogas es responsable de la devastación de millones de hectáreas en las selvas tropicales húmedas de la región de los Andes y de la destrucción de miles de hectáreas de terrenos públicos de Estados Unidos utilizados para el cultivo de marihuana.

John Walters, director de la Ondcp, asegura que «los miles de millones de dólares en drogas producidas aquí y en el exterior cobran un horrible precio en algunos de los ecosistemas más frágiles y diversos del planeta».

En la campaña publicitaria la Ondcp anuncio, además, que los laboratorios de metanfetamina producen desperdicios tóxicos y que la producción de cocaína destruye las selvas tropical húmedas son sólo dos ejemplos de la forma en que los cultivos para la producción de drogas afectan el medio ambiente en forma negativa.

Según el informe de la Casa Blanca, miles de millones de dólares se gastan anualmente en drogas ilícitas, a un tremendo costo para algunos de los ecosistemas más frágiles y diversos del mundo. El cultivo de la marihuana, la coca (cocaína) y la adormidera ha erosionado valiosos ecosistemas.

En Estados Unidos, por ejemplo, además de la marihuana, la producción de metanfetamina ha tenido un efecto devastador en los terrenos públicos.

Cultivos y deforestación

La producción y cultivo de marihuana ha destruido y contaminado miles de hectáreas de terrenos públicos en Estados Unidos, todo esto a pesar de que desde 1997 se han encontrado y erradicado más de 2.500.000 plantas.

Según la Casa Blanca, el daño comienza cuando los cultivadores de marihuana queman la vegetación, y como consecuencia destruyen el hábitat de especies silvestres.

Algunos de estos cultivadores utilizan sierras para talar los bosques y esparcen fertilizantes y pesticidas. Los venenos con base de arsénico matan a los pequeños animales, roedores y, a su vez, a los pájaros y animales más grandes que los consumen, devastando la cadena alimentaria y las fuentes de agua.

De otro lado, los contrabandistas que vienen a Estados Unidos a cuidar las cosechas dejan toneladas de basura. Eso afecta las especies silvestres, la vegetación, los ríos, arroyos y reduce la belleza natural. Además, los efectos sobre la salud humana por la propagación de bacteria y enfermedades son evidentes.

El gran perjudicado

Cada año los estadounidenses consumen cerca de 260 toneladas métricas de cocaína, que se cultiva y procesa los países andinos, con respectivas consecuencias sobre uno de los ecosistemas más valiosos del planeta

Según el Departamento de Estados de E.U., para satisfacer el mercado, los narcotraficantes han destruido aproximadamente 2,4 millones de hectáreas de bosque tropical frágil durante los últimos 20 años.

Para el procesamiento de la coca se utilizan millones de libras de sustancias químicas, que luego se vierten en las vías fluviales o en la tierra en Colombia, Perú y Bolivia, principalmente, destaca el informe de la Ondcp.

De otro lado, los grupos terroristas de Colombia vinculados con el tráfico de narcóticos frecuentemente destruyen los oleoductos, con el consiguiente derrame de petróleo y sus efectos colaterales sobre la flora y la fauna.

Uno de los oleoductos (Caño Limón-Coveñas) ha sido explotado más de 700 veces desde 1986 con lo cual se ha produciendo un derrame total de 2,2 millones de barriles de petróleo en el ecosistema circundante, asegura el Departamento de Estado.

La contaminación de las vías fluviales quizá erradique en forma permanente especies de plantas y animales, además de agregar sustancias carcinógenas en el agua potable de generaciones futuras.

La preocupación de la Casa Blanca por Colombia radica en que el país posee aproximadamente el diez por ciento de la biodiversidad de la Tierra.

El tráfico de las drogas ha arruinado aproximadamente 1,2 millones de hectáreas de bosque tropical. En Perú, diez por ciento del total de la destrucción de los bosques tropicales durante el último siglo se debe a las drogas ilícitas.

La Ondcp asegura que la rápida erosión de los bosques tropicales puede implicar que los científicos quizá no encuentren curas potenciales para enfermedades fatales, ya que una de cada seis medicinas de prescripción médica es de origen tropical.

De otro lado, la pérdida de los bosques húmedos también contribuye a los cambios climáticos en el mundo.

Drogas de diseño

Otro de los factores que influyen en el deterioro del medio ambiente es la producción de drogas ilegales como las metanfetaminas que para procesar las drogas usan substancias químicas baratas que se venden sin receta y pueden causar la contaminación de la tierra y el agua, y producir incendios.

Según la Ondcp, por cada libra de metanfetamina producida en un laboratorio ilícito se generan entre cinco y seis libras de desperdicios peligrosos.

El riesgo para la salud pública es enorme, toda vez que dichos desperdicios se vierten en tierras fértiles, pozos de agua domésticos y las galerías de minas.

Estos desperdicios no sólo representan riesgos inmediatos, sino de largo plazo para el medio ambiente y la salud.

En California, por ejemplo, las substancias químicas de grandes botaderos de laboratorios de metanfetaminas han matado ganado, contaminado arroyos y destruido grandes arboledas y áreas de vegetación en el estado.

Además, los empleados del Bosque Nacional que han tenido contacto con los lugares en que se vierte los desperdicios, que contienen substancias químicas como lejía, fósforo rojo, ácido hidrióico y yodo, han padecido enfermedades.