A las nueve de la mañana las puertas del centro RETO están abiertas para atender a los primeros clientes que se acercan para que les den un buen lavado a sus coches. Clientes asiduos, hombres de negocio, gente que viene de viaje…Un sinfín de personas que son atendidas con toda la amabilidad y profesionalidad que caracterizan a todos los integrantes de RETO.
Se les informa de los precios, asequibles para todos los bolsillos. Así, por ejemplo, lavar un turismo cuesta 8 euros, el todoterreno 15 euros y una furgoneta asciende a 18 euros.
El precio incluye darle un buen refregón al vehículo tanto por dentro como por fuera. En una hora puede estar listo y podemos ir a recogerlo.
El servicio de lavadero tan sólo se realiza en el centro que esta delegación tiene en la avenida Reina Sofía, frente al colegio de Las Escolapias. Éste suele ser muy demandado por los vecinos de la zona, quienes confían plenamente en la limpieza que realizan de sus vehículos.
Responsables con lo que hacen, estos jóvenes se afanan en conseguir que día a día tengan clientes mucho más satisfechos. Por el momento, la cosa parece que no les va nada mal.
¿Cómo se puso en contacto con RETO?
En Moscú mi doctora me recomendó este centro por los problemas que yo tenía con la droga. Me dieron un número de contacto y a través de la delegación de RETO en Moscú me trasladé hasta Extremadura.
¿Qué se encontró a su llegada a España?
Me curé de la droga y eso fue gracias a la ayuda que me proporcionó Dios. También encontré un gran apoyo a través de personas que han vivido mi misma experiencia. Ahora quiero ser yo quien les ayude.
¿Qué cree que es necesario para salir de la droga?
Yo mismo intenté salir del mundo de la droga pero no pude. Lo que más me ha ayudado ha sido conocer a Dios.
¿Ha tenido un buen recibimiento en Mérida?
Me han tratado muy bien. En ocasiones por la noche cuando tenía el mono mis compañeros se despertaban y me daban ánimos y aliento.
¿Qué le llevo a acercarse al mundo de las drogas?
Conocí la droga a través de mis amigos que me ofrecieron probarla un día. Así una vez y otra hasta que me fui enganchando.
¿Es duro salir de ese mundo?
Sí es bastante difícil. En mi caso yo intenté curarme con la ayuda de médicos y psiquiatras, pero no lo conseguí hasta que llegué aquí.
Miguel García es monitor de uno de los dos centros RETO que existen en la ciudad. Lleva más de ocho años en él, prácticamente desde que esta delegación abriera sus puertas en Mérida.
Ayuda y asiste a todos sus compañeros en una labor que afirma «es recompensada día a día».
Los caminos del destino hicieron que Miguel conociera el mundo de la droga cuando tan sólo contaba con 14 años de edad.
El ambiente en el que se movía, los amigos que comenzaron a probarla y le ofrecían, la inexperiencia… etc. Un sinfín de circunstancias que un día le llevaron a meterse en ese mundo.
«Antes no existían apenas centros donde pudieran ayudarte», explica.
Un buen día a través de alguien que le había hablado del centro RETO se puso en contacto con él.
Le atendieron, le ayudaron y pudo salir de ese extraño laberinto que es la droga. Desde entonces ya han transcurrido más de veinte años y ahora con su experiencia y con su dedicación ayuda a otros jóvenes que han pasado por su misma experiencia.
«La labor fundamental aquí es ayudar de forma desinteresada a personas que como yo han sufrido en sus venas el problema de la droga».
«Algunos de nosotros hemos perdido media vida», señala.