Casi 3.000 jóvenes entraron en la carpa del Gobierno vasco para solicitar información sobre los estupefacientes que iban a consumir, a lo largo de los seis meses que duró la experiencia de análisis de drogas en fiestas y espacios de diversión. En concreto, 870 personas llegaron por iniciativa propia y más de 2.000 accedieron a la unidad móvil animados por los miembros de Ailaket, agrupación de consumidores de drogas encargada de desarrollar este programa del Departamento Asuntos Sociales.
Un 6% decidió no consumir su droga al conocer los riesgos que entrañaba. Otro 17% no reveló su decisión final sobre si iba o no a utilizar las sustancias estupefacientes tras recibir el asesoramiento. El consejero Javier Madrazo indicó ayer que los resultados de esta experiencia denominada «testing» revelan que «la información es más eficaz que la prohibición para reducir el uso de drogas». El titular de Asuntos Sociales destacó que el programa había permitido al departamento «acercarse a los lugares de consumo y a los usuarios».
Hachís y anfetaminas
La experiencia se llevó a cabo en una docena de municipios vascos de junio a diciembre de 2002. Los miembros de Ailaket aprovecharon la celebración de las fiestas en pueblos para instalar la furgoneta en la que realizan los análisis y la carpa que usan como zona de descanso, donde los jóvenes se toman un respiro. «Ofrecemos información. No se trata de decirles que no tomen droga sino de mejorar la calidad de vida de los usuarios y su capacidad de decisión libre e informada», señaló Martín Barriuso, portavoz de Ailaket.
«Este programa abre vías para trabajar con los jóvenes antes de que el consumo se convierta en adicción», señaló la directora de Drogodependencias del Gobierno vaso, Gemma Calvet. El estudio ha permitido constatar que más del 80% son consumidores habituales -de fin de semana- y de varias sustancias a la vez. Las cuatro sustancias que se detectaron en más ocasiones fueron el «cannabis», -hachís y marihuana-, las anfetaminas, seguidas por cocaína y éxtasis. El análisis de los adulterantes utilizados reveló que no eran tóxicos.
El Gobierno vasco ha invertido en el proyecto 72.121 euros y para 2003 dispondrá de 150.253 euros. Un 10% de los gastos los asumen los ayuntamientos en los que se desarrolla el programa.