El salto del mal uso de las nuevas tecnologías (el problema alcanza al 15% de adolescentes y jóvenes) a la adicción, se produce «cuando empieza a influir negativamente en la vida cotidiana, cuando roba tiempo al ocio saludable y a las relaciones personales». Lo subraya la psicóloga María José Mayorgas, coordinadora técnica de proyectos de la Fundación Gaudium, quien añade una segunda señal de alerta, que se recurra a ellas «para evitar el malestar que causa el no hacerlo», para calmar la «sensación de desazón, por no estar conectado a Internet o no saber quién ha entrado en tu red social».

Aunque la experta rechaza el alarmismo contra esas nuevas tecnologías, el problema del mal uso está aquí y necesita un abordaje riguroso. Es lo que pretende la Fundación Gaudium al organizar los días 21 y 22 unas Jornadas científicas para analizar a fondo la cuestión, que tiene tantos perfiles (Internet y juegos interactivos, móvil y videojuegos, chat y redes sociales) como enfoques preventivos y terapéuticos. El encuentro será enmarcado por sendas ponencias de los psicólogos clínicos Enrique Echeburúa y Francisco Labrador, y concluirá con un taller sobre cómo tratar la adicción a la red.

Primeros datos
Hay pocos estudios todavía sobre el alcance del enganche tecnológico, pero los suficientes para confirmar su existencia, que, además, va asociada muchas veces al consumo abusivo de sustancias. Mayorga recuerda que el problema ya ha llamado a la puerta de Proyecto Hombre, donde rondaría el 5% de casos, y la cifra sube al 10-15% en su propia consulta. Según una investigación de Madrid Salud con jóvenes de 12 a 25 años, el 4,5% abusa de la navegación por Internet, el 8,1% hace un uso compulsivo del móvil y el 4,1% admite problemas con el chat. Según otro trabajo del Defensor del Menor madrileño, un 37% de menores necesita conectarse con frecuencia y un 38% desarrolla reacciones adversas si se le priva del móvil.

La personalidad influye mucho, apunta Mayorgas, y el riesgo de adicción crece cuando la autoestima es baja y escasean las habilidades sociales. De hecho, el enganche tecnológico suele esconder problemas personales, familiares y sociales. «Los padres llegan a la consulta por problemas de estudios de sus hijos, o porque es tímido y le cuesta relacionarse», señala la experta, «pero lo que hay en realidad es un problema de relación».
Al fondo se dejan ver casi siempre prácticas de mínima sociabilidad, como el virtual aislamiento «en su cueva o miniapartamento», en esa habitación infantil o juvenil en la que «hay de todo -baño, ordenador, videoconsola-, menos cocina, pero se les lleva la bandeja con comida». A los padres se les recomienda colocar el teléfono, el ordenador, la videoconsola o el televisor «en sitios de uso común» donde puedan ser compartidos y controlar el tiempo de uso de las nuevas tecnologías.