El tabaco mata hasta a la mitad de las personas que lo consumen. No tiene filtro ni freno. Con cada calada al cigarrillo, el daño en la salud atraviesa el organismo como una onda expansiva: hipertensión, bronquitis crónica, infartos, ictus y tumores varios, como el de pulmón, esófago, laringe, riñón o vejiga, son algunas de las huellas que deja el tabaquismo a su paso. En España mueren cada año más de 50.000 personas a causa de esta droga y, aunque el consumo se ha reducido y el número de exfumadores crece, todavía hay un 20% de españoles que fuma. El Gobierno acaba de financiar un nuevo fármaco para ayudar a dejar de fumar, pero los expertos advierten de que no hay varitas mágicas. Abandonar esta droga no es fácil, admiten, aunque tampoco imposible: es cuestión de voluntad, motivación, cambios conductuales, apoyo sanitario y, si es preciso, ayuda farmacológica.
Los beneficios para la salud de dejar el tabaco se ven casi al instante. En cuestión de minutos, según la Sociedad Americana contra el Cáncer: a los 20 minutos baja el ritmo cardíaco y la presión sanguínea; a las 12 horas, el nivel de monóxido de carbono en sangre baja al nivel normal; a los tres meses ya ha mejorado la función pulmonar y antes del año, disminuyen la tos y la dificultad para respirar. La salud global mejora cada día y el organismo se recupera. De hecho, un estudio demostró que dejar de fumar antes de los 35 años iguala el riesgo de muerte con los no fumadores.
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