En un paso significativo para abordar el impacto de la tecnología en las aulas más jóvenes, el gobierno de Portugal ha tomado la decisión de prohibir formalmente el uso de teléfonos móviles en los centros de educación primaria a partir del próximo curso escolar. Esta medida, aprobada mediante decreto-ley en un reciente Consejo de Ministros, marca un cambio fundamental respecto a la situación actual, donde la restricción del uso de dispositivos dependía de las recomendaciones y la autonomía de cada colegio. A partir del año académico 2025-2026, ningún estudiante de entre 6 y 12 años podrá llevar su teléfono móvil a clase en Portugal.

La justificación detrás de esta prohibición es clara y contundente, según expresó el ministro de Educación, Ciencia e Innovación, Fernando Alexandre. En una comparecencia ante los medios, Alexandre citó las «evidencias de los efectos negativos que los teléfonos inteligentes tienen en el comportamiento de los niños y jóvenes» como el motivo principal que ha llevado al Gobierno a adoptar «medidas formales y una prohibición». Esta declaración, recogida por medios locales, subraya la creciente preocupación a nivel gubernamental sobre cómo la omnipresencia de los dispositivos móviles está afectando el desarrollo y la conducta de los alumnos en el entorno educativo.

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