El Servicio de Adicciones y Salud Mental del Hospital Universitario Sant Joan de Reus / Plan de Acciones sobre drogas y Arsu, participaron en la Asamblea General de las Naciones Unidas acaecida en Nueva York el pasado mes de abril por mediación del Foro de la Sociedad Civil (representantes de las organizaciones no gubernamentales). Tras finalizar la producción de «On the war on drugs», una pieza audiovisual que pretende hacer reflexionar de manera crítica sobre las políticas de drogas actuales fundamentadas en el prohibicionismo, el principal objetivo de la participación en la Asamblea de Naciones Unidas era producir un video reportaje resumiendo los debates más importantes relacionados que tuvieron lugar en paralelo a la sesión general y al mismo tiempo dar testimonio de la importancia de la reunión internacional.

Videos:

UNGASS 2016 (pequeño resumen)

On the War on Drugs (castellano)

¿Qué es la UNGASS sobre drogas?

La «Asamblea General» de las Naciones Unidas (UNGASS) es el principal órgano de deliberación y formulación de políticas públicas de la Organización de Naciones Unidas (ONU), y el único en el que los 193 estados miembros de la ONU tienen una representación equitativa. En respuesta a las peticiones de Estados miembros, la Asamblea General puede convocar Sesiones Especiales (UNGASS) sobre determinados temas de interés global. Hubo una UNGASS sobre drogas en 1990 y otra en 1998 en la que los estados miembros acordaron una Declaración política sobre el control mundial de las drogas para «proteger a la humanidad del flagelo del uso indebido y el tráfico ilícito de estupefacientes» y corregir algunas lagunas jurídicas que habían dejado las Convenciones Únicas sobre estupefacientes de 1961 y 1971, (Jelsma, 2016) (https://www.tni.org/files/publication-downloads/jelsma_spanishv1.pdf).

También se acordó lograr «un mundo sin droga» en el plazo de 10 años, objetivo que obviamente era imposible de satisfacer. Así pues, en 2008, los Estados miembros se reunieron en Viena para

discutir los progresos conseguidos y acordar una nueva Declaración Política y Plan de Acción sobre la cooperación internacional en favor de una estrategia integral y equilibrada para contrarrestar el problema mundial de las drogas. Fue ahí donde apareció la primera grieta seria y claramente visible en lo que conocíamos como el «consenso de Viena» y que probablemente en Nueva York se agrandó más aún; un acuerdo entre las di

ferentes partes participantes en el proceso para respetar e integrar de la manera más consensuada posible los diferentes enfoques sobre el tema.

Durante el debate temático de 2008, delegados de todo el mundo se levantaron para defender la acaparadora evidencia de la eficacia de las medidas de reducción de daños para el abordaje del fenómeno de consumo de drogas. Dando un marcado giro respecto a años anteriores, la Unión Europea (UE) presentó una posición unificada sobre el tema y apoyó con firmeza a los enfoques de reducción de daños. El debate entre el control de las drogas y los derechos humanos marcaron las líneas de la intensa discusión entre las posiciones de tolerancia cero y las de reducción de daños, es lo que se ha llamado la «ruptura del consenso de Viena» (Jelsma, 2016). A pesar de los pésimos resultados obtenidos por las políticas cada vez más represivas enfocadas a reducir la oferta y la demanda (Law enforcement), y la presión internacional para forzar cambios en las políticas, el aparato diplomático de Naciones Unidas siguió y sigue justificándose por haber conseguido al menos una «contención» significativa del fenómeno.

La siguiente UNGASS estaba programada para 2019, la fecha límite establecida en la Declaración Política y Plan de Acción de 2009 para conseguir la ya mencionada y utópica reducción significativa o eliminación total de la oferta y la demanda internacional de drogas. Sin embargo, en septiembre de 2012, los presidentes de Colombia, Guatemala y México hicieron un llamamiento a la ONU para que convocara anticipadamente una conferencia internacional sobre la reforma de las políticas de drogas. A continuación, se incluyó una disposición en la Resolución Ómnibus anual sobre políticas de drogas patrocinada por México y copatrocinada por otros 95 países para avanzar esta cumbre a 2016.

¿Qué expectativas generó UNGASS 2016?

El nivel de esperanza para un cambio significativo en materia de políticas de drogas aumentó considerablemente cuando el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, exhortó en 2012 a que la UNGASS 2016 sobre drogas se convirtiera en un «debate abierto y de gran envergadura, que considerara todas las opciones disponibles». Consecuentemente se esperaba una discusión inclusiva, que tendría en cuenta las perspectivas de todos los actores involucrados, Estados miembros, agencias de la ONU, círculos académicos y la sociedad civil. La UNGASS podría convertirse en un acontecimiento crucial para llevar a cabo una evaluación sincera de lo que funciona y lo que no en el campo de la fiscalización global de las drogas. Así pues, ésta se perfilaba como una gran oportunidad para encontrar un nuevo consenso que abordara la realidad del fracaso y las consecuencias negativas de las políticas vigentes, que como veremos no se consumó.

Para las expectativas depositadas en la UNGASS 2016 es muy ilustrativa la carta que Drug Policy Alliance, una de las más importantes ONG líder en EEUU en promoción de la reforma de la legislación internacional sobre drogas, publicó dirigida al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, invitando a apoyar «las semillas de la reforma» y establecer el escenario «para una verdadera reforma de la política global de control de drogas». La carta fue firmada por cerca de 1.000 líderes mundiales, celebridades y otros partidarios de alto nivel y fue distribuida en forma de diario «Post-Prohibition Times» a las puertas de la ONU. El documento fue sistemáticamente incautado de las manos de los participantes de la Asamblea por parte de los agentes de seguridad encargados de vigilar la entrada al recinto de las Naciones Unidas. Ethan Nadelmann, el director de Drug Policy Alliance y responsable de la acción reivindicativa, tildó de extraordinaria y preocupante la reacción por parte de los funcionarios de la ONU ya que obviamente el folleto no representaba ninguna amenaza para la seguridad, lo único que se veía amenazado según Nadelmann fue: «el status quo de la Guerra Mundial contra las Drogas».

Análisis crítico del documento de consenso aprobado en UNGASS 2016

Para los representantes de la Sociedad Civil: «El proceso de la UNGASS no ha reconocido la falta de logros obtenidos durante los últimos 50 años del sistema de control de drogas, al contrario, las sustancias sometidas a control internacional están más disponibles y son más asequibles que nunca. El proceso ha optado por ignorar el daño causado por los enfoques actuales: abusos sistemáticos a los derechos humanos y continuación de la aplicación de la pena de muerte por delitos de drogas; intensificación de la transmisión del VIH y la hepatitis C; acceso intolerablemente inadecuado a drogas controladas para fines médicos; 187.000 muertes evitables relacionadas con drogas cada año; violencia, corrupción y asesinatos perpetuados por los mercados delictivos de drogas; estigmatización sistemática de personas que consumen drogas; destrucción de los medios de vida de agricultores de subsistencia por la erradicación forzada de cultivos, y miles de millones de dólares en fondos públicos desperdiciados en políticas de drogas que evidentemente no funcionan».

Uno de los momentos más tensos ya la vez emocionantes durante las distintas exposiciones de los delegados nacionales fue el abrumador y explícito abucheo que recibió desde los asientos de la sala principal de la ONU el representante de Indonesia, al reivindicar la utilidad de la pena de muerte como un buena práctica disuasiva al uso y tráfico de drogas, o el emotivo canto maorí que una asistente del público dejó sentir a todos los presentes desde la grada después de la intervención de Tuari Potiki, de New Zeland Drug Foundation, después de un testimonio personal a favor de las políticas de reducción de daños. Desde la Red Internacional de usuarios de drogas (INPUD), su anterior director ejecutivo Eliot Albers tachó el documento de resolución ya aprobado de «miope, atroz y retrógrado». En concreto, argumenta que el documento hace caso omiso de los fuertes compromisos contraídos sobre reducción del daño en la Comisión of Narcotics Drugs (CND) de Viena (resolución 55/6, en concreto), y en los foros de VIH (específicamente la Declaración Política de 2011 sobre VIH en la UNGASS sobre este tema). INPUD continua señalando que al igual que todos estos documentos, éste comienza situándose firmemente como una contribución a este objetivo completamente extraño y de larga duración de las Naciones Unidas de lucha contra lo que llama «el problema mundial de las drogas» (una frase usada 23 veces en las 11 páginas del documento). En contrapartida, no utiliza ni una sola vez la palabra «reducción del daño», sólo en referencia a los programas de Intercambio de Jeringuillas PIJ y Tratamientos con Sustitutivos Opioides (TSO) pero de manera casi anecdótica. De forma muy gráfica así es como INPUD emula la voz de las Naciones Unidas con respecto a los PIJ y los TSO dirigiéndose a los países miembros: «no se preocupe, usted no tiene que proporcionar PIJ o TSO si no quiere» esto se refuerza después con un «si procede, en su caso».

Los PIJ y TSO se consideran principalmente como tecnologías para la prevención de la transmisión en lugar de la adquisición de enfermedades. Albers considera que es en este marco conceptual, en el que los usuarios de drogas son considerados como fuente del mal: ‘cuerpos peligrosos’, es una variante de la visión dominante sobre las personas que se inyectan drogas como una amenaza para la sociedad en general. No hay un «problema mundial de las drogas», sino que hay un problema de política mundial de las drogas, asegura INPUD. Otras entidades que representan a la sociedad civil, denuncian otro tipo de irregularidades tanto en el proceso como en el contenido del documento de consenso. Sobre el proceso denuncian la poca transparencia y desequilibrios en el proceso de participación en la toma de decisiones a favor de las «fuerzas status quo de la ONU, CND y UNODD (Oficina de las Naciones Unidas contra las drogas y el delito).

En relación al contenido, el grupo organizado de la sociedad civil arguye que: no incluye resultados o acciones operativas para abordar los innumerables retos, tensiones y contradicciones que existen en cuanto al control internacional de drogas. Simplemente reafirma el enfoque actual y resulta devastador en relación a su incapacidad para reconocer los daños antes señalados, causados por el modelo de políticas punitivas. No constituye un reflejo equilibrado de las aportaciones y recomendaciones presentadas a la UNGASS por parte de las agencias de las Naciones Unidas. No se admite, como ya hemos comentado, la necesidad de contar con una respuesta de reducción de daños generalizada. Además, aún se encuentran en disputa referencias específicas a medidas eficaces y vitales como programas de intercambio de jeringuillas, prevención de sobredosis y tratamiento con sustitución de opioides.

Milton Romani, director de la Junta de Drogas del Gobierno de Uruguay, uno de los países más comprometidos con la reforma de las políticas de drogas, sintetiza una de las únicas lecturas positivas posibles sobre el proceso en la entrevista realizada para nuestro reportaje de la UNGASS: «Lo nuevo de este consenso es que de alguna manera expresa enfoques diversos, es un nuevo consenso sobre la base de la diversidad, y de una diversidad que expresa un debate que se abrió en este proceso de UNGASS, abierto a la sociedad, que habría que abrirlo a los partidos políticos, extenderlo a la sociedad civil. Es un debate que afecta a la vida de todos los hombres y mujeres, no es sólo un problema de drogas, es un problema de enfoque de la vida, de la salud, los derechos a propósito de las drogas».

Romani, por otra parte, destaca las insuficiencias del consenso aprobado al UNGASS: «No ha habido ni una sola mención ni se ha podido abordar la moratoria de la pena de muerte, lo que significa un horror en materia de Derechos Humanos. Tampoco ha ido a fondo con la proporcionalidad de las penas, ni se ingresó a la posibilidad de la descriminalización del uso y la posesión de drogas, que es un derecho también».

Aunque como ya hemos comprobado, no es fácil hacer una lectura positiva del proceso, Nadelmann destacó durante la entrevista realizada en la sede de Drug Policy Alliance, en la biblioteca Alfred Lindesmith Center, que: «Uno de los procesos más interesantes fue que el proceso que viene a partir de ahora será diferente al que venía de antes. La gente en las Naciones Unidas ya está hablando sobre las conversaciones que han tenido lugar en los pasillos que dan mucho más apoyo a la reforma que las voces que se han dado en la platea de las Naciones Unidas, es sólo una cuestión de tiempo y de mucho trabajo que las conversaciones del pasillo se conviertan en las conversaciones principales».

Así lo confirma Julián Quintero (Acción Técnica y Social), una de las voces colombianas con más fuerza en el proceso de reforma de las políticas de drogas internacionales: «Depende mucho de las expectativas que tengas sobre lo que pasará. Yo soy de los que piensa que hemos llegado a un lugar donde hemos sacado las cerraduras de las puertas y hemos minado el suelo con muchas pequeñas victorias; hemos conseguido sacar un capítulo especial sobre derechos humanos, se logró hablar de jeringuillas, aunque no de reducción de riesgos y ésta es una de las derrotas; y se consiguió hablar de los consumidores en el diseño de políticas».

O Lisa Sánchez (Transform-Latinoamérica), representante mexicana, que define el proceso como «un exitoso esfuerzo de resistencia ante una mayoría de países que se posicionan en tendencias muy restrictivas, muy punitivas y de control ante los países que pedimos apertura y pedimos políticas alternativas e innovación». Las sesiones paralelas, de difícil acceso por la no colaboración de los funcionarios de la ONU para facilitar el acceso a las diferentes salas, fueron con diferencia lo más interesante de la Asamblea. Reuniones sobre usos tradicionales y medicinales del cannabis y otras plantas psicoactivas, la presencia de familias de víctimas mortales y desaparecidos por la Guerra contra las drogas, con la especial presencia de miembros de la «Caravana por la Paz», sesiones especiales dedicadas a cuestiones de género y derechos de los niños y jóvenes, reuniones de académicos presentando evidencia científica que fomenta un necesario cambio de las políticas hegemónicas sobre drogas a nivel global, prometen un debate más profundo y definitivamente diferente a lo acontecido hasta ahora.

Así pues, y según algunos expertos las recomendaciones principales para 2019 serían conseguir la reclasificación de algunas sustancias, maniobra que no requiere de un consenso entre todas las partes. Por ejemplo, Beckley Foundation aboga por pasar a ciertas plantas como el cannabis de la lista I de fiscalización en la lista II. Este hecho permitiría, por ejemplo, optimizar la investigación y su prescripción médica. La modificación de los tratados (entre partes) para algunos acuerdos alcanzados entre algunos países, podría ser también según el Transnational Institute una «atractiva opción provisional». Y finalmente la reivindicación de crear un grupo de expertos para revisar el sistema de fiscalización dentro del seno de la misma ONU, así como garantizar la participación «efectiva y real» de las organizaciones de la Sociedad Civil en el debate, serían las propuestas concretas para poder realizar un preciso paso hacia adelante en materia de políticas de drogas, más cercanas al respeto de los derechos humanos, el desarrollo sostenible y la paz mundial.

¿Cómo repercutirá esto en nuestra realidad diaria? Cómo actuamos o actuaremos localmente a partir de los mínimos cambios que nos aporta la UNGASS 2016?

En nuestra realidad el día a día nos empuja a avanzar para lograr un mayor respeto a los derechos humanos, a la libertad individual y el derecho a una atención a la salud que se base en principios contrastados científicamente y que no respondan a ideologías prohibicionistas y en consecuencia restrictivas. Avanzar en esta línea es lo que ha motivado nuestra línea de edición audiovisual que se inició hace ocho años como material de apoyo a nuestras intervenciones comunitarias y debates en contextos profesionales, con usuarios y con la ciudadanía en general.

En esta ocasión, UNGASS 2016 nos ha dado la oportunidad de acercarnos a un Foro de decisión como es la ONU y los actos simultáneos del Foro de la Sociedad Civil, y también poder reportar con la participación de diferentes representantes, desde institucionales profesionales y activistas, desde la óptica de personas que además de nuestro compromiso profesional también nos impulsa un compromiso ético y sociopolítico. Para ello, hemos realizado un proceso de preparación a lo largo de dos años, documentando voces y opiniones críticas con las políticas actuales sobre drogas que han dado lugar a «On the War on Drugs», que se publicó en las redes sociales al inicio de la UNGASS y con posterioridad se ha editado el reportaje mencionado.

La implicación en generar debate y opinión críticos con las políticas actuales, responsables de situaciones criminalizadoras de algunos comportamientos y conductas relacionadas con los usos de sustancias en nuestro entorno, nos lleva a la movilización de grupos de usuarios y ciudadanos para que a partir de un proceso participativo y participado, se puedan conseguir cambios en las regulaciones de los usos y abusos de drogas que respondan a objetivos reales y realistas de prevención y tratamiento del fenómeno de las adicciones y de trastornos de la salud mental, que en muchas ocasiones se presentan relacionados.

Cuando nos referimos al respeto a la libertad de decisión en relación al consumo debemos hacer visible aquellos consumos que son gestionados adecuadamente por personas que los realizan en contextos normalizados como un bar o un local de ocio y que por el estatus legal se minimizan los riesgos como en el caso del alcohol y que también pueden ser motivo de trastornos importantes. En otro orden de cosas nos encontramos con sustancias que han sido criminalizadas y que en otras épocas incluso formaban parte de la farmacopea como el cannabis, el clorhidrato de metadona o el clorhidrato de cocaína.

Referencias: