No es nuevo que la Policía vigile, registre y persiga a quienes se salen del estrecho imperativo de la heteronorma: pasó en Stonewall en 1969, cuando un grupo de personas trans, «maricas» y lesbianas de Nueva York dijeron «basta» a las redadas en sus bares; ocurrió en la España franquista, cuando ser homosexual podía llevarte a la cárcel bajo la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social; y, según denuncian cada vez más voces, parece que sigue sucediendo en discotecas, saunas o en plena calle –también de grandes y presuntamente transgresoras metrópolis como Madrid–. Así lo atestiguan tres personas de la comunidad LGTBIQ+ que han relatado por separado a Público cómo el colectivo vive a diario una represión que nunca desapareció del todo, tan solo mutó de forma. El Movimiento Marika de Madrid lleva años recopilando datos sobre esta situación y este mismo lunes lo volvían a denunciar en una publicación en sus redes sociales.

Leer el artículo completo en publico.es