A Hogares Crea Dominicano están llegando mozalbetes de ocho, doce y catorce años de edad con el desafío de recuperar sus vidas recién comenzadas, luego de haber experimentado espeluznantes vivencias a través del consumo de marihuana, cocaína, crack y éxtasis.

Son adolescentes que han cometido robo a mano armada, que pueden contar historias de las que se aprenden en los recintos carcelarios y que han tocado fondo en los hospitales del país, tratando de salir ilesos de mortales sobredosis producidas por mezclas de estupefacientes.

Proceden de barrios que quedan a la vuelta de la esquina tanto en la ciudad de Santo Domingo como en Santiago: Ensanche La Fe, Los Ríos, Villa María, Villa Consuelo, Ensanche Libertad. Su realidad, sin embargo, permanece oculta y no parece interpelar a muchos.

La desgarrante herida que abre en el corazón un hogar dividido, la falta de la madre o el mal ejemplo que transmite un papá que se olvida de su rol, se repite una y otra vez entre las chicas y chicos entrevistados.

Odio y rebeldía

A Yaritza Ortiz, cuyo nombre real se omite por razones legales, la rebeldía y el odio le cambiaron la existencia. Su abuela, con quien vivía desde niña, se casó con un hombre joven y poco trabajador que intentó violarla en varias ocasiones.

Cuando apenas contaba con doce años, entró a una banda de delincuentes con el objetivo de vengarse de su padrastro y empezó una rutina en discotecas donde la marihuana primero, y la cocaína y el éxtasis después, estaban al alcance de la mano.

«Llegaba a mi casa drogada, a las seis de la mañana y me levantaba a las 6 de la tarde para irme de nuevo», recuerda, no sin antes, expresar con cierta vergüenza que su abuela le llamaba «La nocturna».

Delante de sus compañeras del Hogar Crea Femenino, Elisa también se anima a contar su historia. «Cuando comencé a consumir fue con marihuana. Pero, llega un tiempo en que la marihuana no te hace nada. Entonces, seguí con cocaína y luego con crack», explicó.

Tras un momento de silencio, se llena de rubor y continúa hablando: «A veces me ponía a atracar, a robar. Comenzaba desde por la mañana y no me daba deseo de comer ni siquiera. Yo me sentía la mano grande y el labio grande porque esa -ahora, lo sabe- es una droga alucinógena».

Elisa lleva siete meses en el centro de rehabilitación. Allí desayuna, almuerza, cena y duerme. Recibe terapia educacional, conocimientos sobre el daño que puede producir la droga, ayuda con la limpieza de la casa, aprende a quererse a sí misma y a respetar a los otros. Su transformación humana es asistida por un personal médico que incluye a psicólogos y psiquiatras. Ellos también cuidan a otras 14 menores y 28 adultas que viven en el Hogar Crea Femenino Keila Martínez.

La tarea, por lo general, suele ser compleja. Además de la desintoxicación y el aprendizaje humano, supone un desprendimiento de una vida fácil que a varias de ellas les dejó cuantiosos beneficios.

Alba, quien acaba de cumplir 15 años, es uno de esos ejemplos. «Nunca he consumido droga, pero he vendido marihuana desde los 13 años. Vendía el buche (la fundita) a 20 pesos. Y, en un día ganaba muchísimo dinero… hasta mil pesos», narra con los ojos bien abiertos, como si quisiera impactar a su interlocutor.

«Me tiré a la calle porque mi papá es alcohólico. En una ocasión, me fui por 15 días. Ahí fue cuando caí presa». En su puesto de venta, sin embargo, nunca la agarraron. Si iba la Policía, se armaba el corredero, pero nunca me agarraron por la buena fama de mi familia. Nadie sabía que yo estaba metía en eso».

Población en aumento

La población de adolescentes adictos en Hogares Crea Dominicano ha ido creciendo desde el año 2001, cuando ascendía a 50 muchachos y muchachas. En el año 2002, la cifra aumentó a 92 y, el 30 de abril, el número de menores que había caído en las redes de drogas peligrosas llegaba ya a 115. La institución indica que consumen marihuana, cocaína, crack y alcohol, pese a que su edad oscila entre los 8 y 14 años.
En el país no existen estadísticas sobre el número de adictos a los estupefacientes. Varias instituciones, sin embargo, intentan hacer un trabajo, especialmente en las áreas de prevención y rehabilitación, para remediar la problemática. Además de Hogares Crea Dominicano, entre esas entidades figuran: Casa Abierta, Fundación Fénix, El Mesón de Dios, Reto a la Juventud y Hogar Crea Internacional.