Aprovechando una época para reflexionar sobre nuestras interacciones y conexiones con el mundo que nos rodea, iniciar conversaciones sensibles respecto a los usos de sustancias psicoactivas representa una labor de activismo importante. La norma social prevalente es aceptar la idea de castigar y excluir a quienes usan sustancias psicoactivas ilegales. Esto se refleja en las políticas y pinta un panorama desalentador para quienes trabajamos desde un ámbito de defensa por los derechos humanos.

La mayoría de las acciones gubernamentales omiten atender la salud de quienes usan sustancias y se enfocan en realizar decomisos y detenciones, aún sabiendo que miles de personas utilizan o utilizarán estas sustancias que pueden ser de composición desconocida y sobre las cuales no suele ofrecerse información útil. Fuera de recomendarse el no consumo, a una parte cada vez más creciente de la población se le está dejando sin opciones.

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