Está claro que al hombre le gusta ver material pornográfico, que eso estimula sus fantasías sexuales y que logra excitarlo hasta llegar al orgasmo. El debate se centra, no obstante, en las consecuencias que el consumo de pornografía puede tener en una relación de pareja.

«Es muy común que el hombre le diga a la mujer que se acueste y lo espere, que ya vuelve, pero que por la tardanza ella se levante de la cama y lo encuentre teniendo juegos sexuales a través de Internet. Eso genera una crisis muy profunda en la pareja», asegura la sexóloga Isbelia Segnini.

La especialista explica que cuando el hombre sustituye las relaciones sexuales por la masturbación y centra su atención sexual en la autoestimulación con revistas, películas o imágenes pornográficas por Internet se genera un problema en la relación porque se distancian los encuentros sexuales: «Cuando ella quiere tener relaciones sexuales y él no, se genera una discordia».

Además, ­continúa Segnini­ la mujer que descubre a su pareja consumiendo pornografía llega a sentirse frustrada, traicionada o poco atractiva. En esas ocasiones, él debe conversarlo para quitarle la connotación de infidelidad.

Una tercera posibilidad para que el consumo de pornografía afecte negativamente la relación es que el hombre necesite compulsivamente acceder a ese material y descargar su tensión a través de la masturbación. En otras palabras, que el hombre se convierta en adicto, explica la sexóloga.

Segnini expone esos riesgos basada en las experiencias de sus pacientes. Aunque no conoce ningún estudio venezolano sobre el tema, difiere de la investigación del canadiense Simon Louis Lajuenesse, quien afirma que prácticamente todos los hombres miran videos pornográficos sin que eso afecte sus relaciones con las mujeres.

En números. Los hombres solteros pueden ver en la semana tres sesiones de 42 minutos de pornografía, mientras los que viven en pareja disfrutan, en promedio, de 1,7 sesiones de 27 minutos de videos pornográficos en el mismo periodo.

La cifra se desprende del trabajo de dos años que realizó Lajuenesse, profesor asociado de la Universidad de Montreal.

En su investigación posdoctoral no sólo constató que los hombres solteros consumen dos veces más pornografía, sino que precisó que, con pareja o no, casi todos navegan en Internet en solitario, pues no quieren compartir ese momento con ninguna persona.

Otro comportamiento frecuente que identificó el canadiense, según refiere AFP, es que los hombres seleccionan las escenas que les gustan y aprietan el botón de «avance rápido» en las que les disgustan, que por lo general son de violencia o de eyaculaciones colectivas.

Lajuenesse descarta que haya un vínculo entre la pornografía y la violencia sexual contra las mujeres, así como desmiente la «hipótesis del espejo», es decir, la idea extendida de que los amantes de la pornografía busquen reproducir en su vida real los comportamientos vistos en pantalla. «Sería tan lógico como decir que la publicidad del vodka Smirnoff lleva al alcoholismo», dijo el sociólogo.

Para su trabajo, el canadiense se dirigió a 2.000 estudiantes universitarios, de los cuales 20, todos heterosexuales, aceptaron hablar ampliamente con él.