El componente principal del cannabis, el delta-9-tetrahidrocannabinoide (THC), puede evitar que los vasos sanguíneos desarrollen aterosclerosis. «La progresión de la enfermedad se detenía al administrar bajas dosis de THC», ha confirmado François Mach, del Hospital Universitario de Ginebra (Suiza) y coordinador del equipo que publica hoy el ensayo en Nature.

Al parecer, el THC evita el reclutamiento de células inmunes -materia prima para la placa de ateroma- al unirse a las proteínas conocidas como receptores CB2 en la superficie celular. «La administración de moléculas químicas que prevenían la adhesión del THC a estos receptores eliminaba el efecto antiinflamatorio del compuesto cannabinoide y provocaba que el ratón volviera a desarrollar aterosclerosis», señalan.

Efecto psicoactivo

En el cerebro, el THC se une a un receptor de la superficie celular diferente, el CB1. «Las dosis administradas en este estudio (alrededor de 1 miligramo por kilo y día) estaban por debajo de las necesarias para activar el receptor CB1, de forma que evitamos los efectos psicoactivos del cannabis», añaden.

Estos datos sugieren que de utilizarse el cannabis como tratamiento de la aterosclerosis, éste debería consistir en una forma pura y aislada del THC; «sólo así se evitarían los efectos nocivos de la droga, como el aumento de la presión sanguínea».

En un artículo de revisión que firma Michael Roth, de la Universidad de California en Los Ángeles, el experto advierte de que «los hallazgos sobre los beneficios de la marihuana no deben interpretarse como que su consumo sea beneficioso para el corazón; más bien habrá que desarrollar moléculas que se dirijan específicamente al receptor CB2 para garantizar la seguridad».