Ceniceros en las puertas de los comercios, carteles indicativos y algunas personas molestas marcaron el miércoles el inicio de la prohibición de fumar en ambientes cerrados de uso público en Uruguay, primer país de América Latina que adopta esa norma contra el tabaco.

Uruguay, donde aproximadamente un tercio de la población de 3,2 millones de habitantes fuma, se convirtió así en el quinto país en aplicar la medida ya vigente en Irlanda, Suecia, Noruega y España.

Los fumadores sólo podrán saciar su hábito al aire libre o en su hogar.

En los últimos días, los ceniceros fueron desapareciendo lentamente de las mesas de los restoranes, bares y oficinas ante la amenaza que representan las multas de unos 1.000 dólares que deberán pagar los locales donde se viole la norma.

La sanción se duplica si el local reincide.

Unos 200 inspectores serán los encargados de fiscalizar la aplicación. Pero en la práctica, a veces muy a su pesar, serán los dueños de los comercios los que estarán en la primera línea de batalla contra el tabaco.

«Tengo que decirle a alguien que haga lo que no quiere hacer (apagar el cigarro) y después convencerlo de que se quede en mi local. Nos dan un rol que no buscamos,» dijo Roberto Requejo, encargado del bar céntrico Pony Pisador.

La restricción sacudirá al mundo de los amantes del tabaco mucho más allá del esparcimiento.

En el ámbito laboral, dependiendo de la voluntad de las empresas, podrán disponer de algunos minutos libres por día para salir a fumar.

«En mi trabajo van a dejar salir unos diez minutos por día para fumar. Voy a ver si lo aguanto o si necesito más. Ya sólo de pensarlo me molesta un poco,» dijo Pablo Urruty, de 32 años y fumador desde los 17.

Algunas compañías decidieron ir más lejos y ofrecer, además, pagar cursos a sus trabajadores para dejar el hábito.

«No creo que la medida de algunos minutos libres sea eterna, sino que será algo transitorio para que después sólo fume en casa o antes de entrar a la oficina. Quizás sea un buen momento para empezar a dejar el cigarro,» agregó Urruty, ingeniero de sistemas.

Según el gobierno, cada año mueren unas 5.500 personas por enfermedades vinculadas al tabaquismo. Y las autoridades sostienen que la norma busca garantizar el derecho de las personas que no fuman a respirar aire libre de humo de tabaco.

El país ratificó hace dos años un acuerdo marco para el control del tabaco con la Organización Mundial de la Salud.

Al otro lado del Río de la Plata, en la ciudad de Buenos Aires, también comenzó a regir el miércoles la primera fase de la ley antitabaco, que en este caso sólo prohibe fumar en las oficinas públicas de la principal urbe argentina.

La iniciativa será ampliada más adelante a restoranes, bares y centros comerciales y luego incluirá una veda publicitaria para marcas de cigarrillos en espacios públicos.

Al igual que en Uruguay, las multas en Buenos Aires, de entre 55 y 660 dólares, no recaerán sobre quien cometa la infracción sino sobre el funcionario público responsable del edificio donde se haya cometido la violación.