En los debates filosóficos y teológicos tradicionales, la sobriedad suele considerarse virtuosa, mientras que el consumo no médico de drogas suele considerarse inmoral: compromete nuestra ética laboral e interfiere con la capacidad de razonamiento. Como resultado, quienes consumen drogas se ven obligados a ocultar su consumo o a ser estigmatizados por la sociedad en general.
En un artículo recienteDocumentamos un cambio en esta relación: notamos una tendencia creciente a que el consumo de algunas drogas se realice abiertamente y sea ampliamente aceptado por la sociedad, siempre que esté en línea con ideales neoliberales de superación, autocuidado y búsqueda de la felicidad. A este fenómeno lo hemos llamado «uso virtuoso de drogas».
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