Joven mayor de 18 años, generalmente hombre y que apuesta a través de las diferentes plataformas «on line» de juegos de azar y apuestas en la red, es el perfil del nuevo ludópata. Así lo confirmó ayer a LA RAZÓN uno de los responsables de la Asociación Alicantina de Jugadores Recuperados «Vida Libre», Antonio Castaños, tras afirmar que, cada vez, son más las familias de este tipo de enfermos  que acuden buscando información sobre este nuevo fenómeno de ludopatía.

Reservados y con mucho tiempo para estar delante de un ordenador, con un elevado nivel de estudios y sin problemas económicos, son también otras de las características de estos individuos, muchos de los cuáles se han ido «enganchando» a la vez que crecía la  moda del póquer, un tipo de juego que ha adquirido una enorme notoriedad en los últimos años y se ha extendido, sobre todo, entre la población más joven.

Además, el desarrollo veloz de páginas web de apuestas de deportes, juegos de azar «on line» como el bingo, o el propio póquer en internet, han servido para dar alas a esta novedosa forma de jugar, a lo que también ha contribuido el auge de los teléfonos móviles con conexión a internet, lo que permite a los usuarios jugar a cualquier hora del día y desde todo tipo de lugares.

En palabras de Castaños, aunque la crisis económica  logró descender los ingresos derivados de los juegos de azar en el año 2011, según los datos del Ministerio de Hacienda, el número de este tipo de jugadores que necesitan ayuda se ha incrementado. Y es que la pérdida del empleo, la depresión o los cambios repentinos también se sitúan como algunas de las causas para empezar a jugar.

Este hecho ha obligado a los especialistas que trabajan en los centros de rehabilitación a cambiar los patrones de actuación y modificar el tratamiento que se necesita.

La clave principal es el autocontrol. A estos pacientes es difícil privarles del acceso a internet, ya que forma parte de sus rutinas habituales y se ha incorporado de forma normalizada a la vida cotidiana. Al contrario que puede suceder con un adicto a las máquinas tragaperras, al bingo a los casinos, esta patología no se soluciona con dejar de frecuentar ciertos espacios de ocio. La solución pasa por «desengancharse» del uso de ordenadores y «smart phones», casi indispensables para el día a día.
Para ello,  deben aprender a relajarse para eliminar el impulso a jugar y no caer en el error de autorealizarse promesas falsas, ya que el camino es muy largo y complicado y hay que ir «paso a paso».

Igualmente, dependiendo de la compulsión del enfermo, habrá que volver a habituarlo a los ordenadores y las nuevas tecnologías, siempre con la absoluta seguridad de que el cambio ha sido progresivo.

¿Cómo se detecta?

Las peculiares circunstancias de estos enfermos impiden a su entorno detectar la gravedad de la situación.  Para ello, desde la Asociación «Vida Libre» recomiendan atención a ciertos comportamientos asociados a esta enfermedad. Entre ellos destacan el fracaso en los estudios, comenzar a mentir de manera insistente, la aparición de problemas económicos y  la disminución de la capacidad de diálogo. 

Asimismo, hay que tener precaución y no especular con un posible problema de drogas ante la incredulidad de que el joven se haya convertido en un ludópata.

«Esta adicción tiene cura»

Desde la Asociación de Jugadores Recuperados «Vida libre» lo tienen claro: de este tipo de adicción se sale. Por ello, es fundamental la colaboración de las familias y las ganas de rehabilitarse que tenga el paciente. Sin embargo, la clave no está en tener fuerza de voluntad, está en el aprendizaje. Los responsables de este centro aseguran que el paciente debe reeducarse y  aprender que esta enfermedad tiene cura. Además, el 70 por ciento de los enfermos del juego se recuperan y solo el 30 por ciento vuelve a recaer. Ante esto, afirma que una recaída no es una derrota, que no es volver a empezar, que ya hay mucho aprendido y que es necesario revisar el tratamiento para ver qué es lo que ha fallado.