La aceptación social y la publicidad obstaculizan la decisión del fumador
Al principio se creía que el tabaco tenía propiedades curativas y hasta existían libros que describían el tratamiento del tabaco, pero poco después se puso en duda y la primer persona en prohibir el tabaco fue Jaime I de Inglaterra en el siglo XVII. Ahora se ha demostrado que el tabaco perjudica gravemente la salud y es el responsable de un alto índice de enfermedades.
De acuerdo con los últimos informes, todos los años la industria del tabaco mata a casi 400.000 de sus clientes y éstos a su vez perjudica a 50.000 personas que mueren como consecuencia del consumo pasivo.
La capacidad destructiva del tabaco ha inducido a los psicólogos a estudiar las razones por las cuales la gente empieza a fumar.
¿Por qué se fuma?
En general, el individuo empieza a fumar por curiosidad, sobre todo en la adolescencia, y es frecuente en personas cuyos amigos, progenitores y hermanos fuman. La teoría social cognitiva explica cómo aprendemos formas de conducta a través de los modelos que imitamos y las recompensas sociales recibidas.
Aunque la iniciación al tabaquismo va acompañada de náuseas, los principiantes perseveran animados por diversos alicientes como, por ejemplo, la asociación del tabaco con la madurez, el encanto y la amistad.
Para algunas sociedades, el hábito de fumar es un signo de que se ha alcanzado la edad adulta. Muchos psicólogos infantiles sostienen que una parte importante y formativamente sana de la transición de la niñez a la edad adulta consiste en que los niños superen las limitaciones impuestas a su comportamiento, es decir, que cuestionen el principio de autoridad y adopten comportamientos que les están prohibidos por razones que pueden parecer arbitrarias o caprichosas. Si los niños crecen en un entorno cultural en que se les dice que fumar es una actividad nociva y absurda, pero siguen viendo a diario cómo fuman los adultos a quienes admiran y cuyo poder y privilegios envidian, es comprensible que duden de la credibilidad de las advertencias contra el tabaco.
Se considera que el concepto que el individuo tiene de sí mismo como persona (autoconcepto) es el núcleo del patrón de su personalidad. El autoconcepto es una variable asociada con el consumo de tabaco en los adolescentes que tienen una autoestima y una autoimagen bajas, ya que son más vulnerables a la imagen de fumar; diferentes autores describieron que la autoestima en el hogar, en la escuela y entre los amigos, está inversamente relacionada con el uso del tabaco en la adolescencia.
El hábito de fumar se adquiere por diversas cuestiones, tales como:
a) Psicomotoras, se fuma con la intención de poder descargar tensiones.
b) Psicosociales, personas que fuman por imitación al grupo en que se encuentran y poder así estar en armonía.
c) Sedantes, hay personas que creen que un cigarro puede aliviar sus angustias o preocupaciones.
d) Estimulantes, el fumador se siente estimulado a hacer cosas que sin el cigarrillo no haría.
e) Automáticos, llega un momento en que los fumadores no se percatan de su hábito.
Un proceso complejo
Dejar de fumar no es fácil. Para empezar hay que ser conscientes de que fumar no sólo es un hábito. También es una drogadicción, ya que el hecho de fumar tabaco cumple con todos los criterios que definen al consumo de una sustancia como tal:
· Existencia de tolerancia
· Dependencia
· Síndrome de abstinencia si se quiere prescindir de ésta
· Comportamiento compulsivo
El máximo responsable de la dependencia es la nicotina, sustancia con un gran poder de adicción similar al de otras drogas como la heroína o cocaína. El tabaco genera dos tipos de dependencia: la física, provocada directamente por la nicotina, y la dependencia psicológica, dado que el hábito de fumar se ha convertido en un acto convencional aceptado por todos, se fuma en reuniones, en comidas, después del café…
Técnicas o estrategias para dejar de fumar
Para dejar de fumar lo primero es querer, es decir, tener la convicción y voluntad necesarias para enfrentarse a cada una de las etapas que conlleva dejar este hábito. El esfuerzo puede verse reforzado con el asesoramiento psicológico, los tratamientos con fármacos, la hipnosis, el condicionamiento aversivo (por ejemplo, lograr que la gente provoque su propia enfermedad al fumar deprisa un cigarrillo tras otro), el condicionamiento operante, la terapia cognitiva y las terapias de apoyo. Estos tratamientos a menudo son eficaces a corto plazo, pero el abandono total de este hábito depende de la propia voluntad de la persona.
Firmado: ISEP Instituto Superior de Estudios Psicológicos
Opinión publicada en: www.isep.es