Razón y política en materia de drogas son, a menudo, “una extraña pareja” que el último episodio local vivido en Bilbao a cuenta de los eslóganes “Pica bien tu raya” y “Rula solo con tu rulo”, ha venido a poner de nuevo en evidencia. Los hechos se han contado de diversas formas, con distintos acentos, y poco más hay que añadir. Unas breves notas, en todo caso, para enmarcar el sentido de iniciativas como la comentada en los planes sobre drogas actualmente en vigor.

VII Plan sobre adicciones de Euskadi (2017 – 2021)

Aprobado en julio de 2017, este Plan cuyo lema es “Afrontando los riesgos, construyendo salud”, señala entre sus objetivos: “Atenuar los riesgos asociados a los consumos de sustancias y a conductas excesivas con riesgo de generar adicciones”. Entre las acciones orientadas a su cumplimiento: “Reforzar los programas de prevención y/o reducción de riesgos dirigidos a ámbitos festivos y de ocio”.

V Plan local de adicciones del Ayuntamiento de Bilbao (2016 – 2019)

Aprobado en octubre de 2016, este Plan dice con respecto a las estrategias desarrolladas en años anteriores: “Además de otras experiencias, desde noviembre de 2013 se viene  implementando en Bilbao el Punto de Información sobre sustancias en espacios de ocio de fin de semana con el objetivo de asesorar a las personas usuarias de drogas sobre los riesgos asociados a sus conductas y proponer pautas de auto-cuidado y consumo responsable. Con esta finalidad, se coloca una carpa en un punto del Casco Viejo que es atendida por profesionales acreditados. Los espacios de información personalizada son recursos que se valoran muy positivamente y que se recomiendan potenciar”. En coherencia con tal valoración, para el nuevo periodo se plantea entre sus líneas prioritarias:

  • “Propiciar una percepción objetiva y ajustada de los riesgos relacionados con las adicciones entre los distintos colectivos destinatarios del Plan”.
  • “Estimular la toma de decisiones responsable de los jóvenes en relación a los usos de drogas, contemplando actuaciones dirigidas a las personas consumidoras, así como a los contextos de consumo y a las drogas utilizadas”.

Estas líneas se concretan en estrategias como esta: “Sensibilizar, informar y formar a jóvenes usuarios de drogas de los riesgos asociados a los consumos y proponer pautas de autocuidado”, que se materializa en acciones como: “Instalar espacios de información personalizada en la vía pública en los que se atiendan las demandas cursadas por los y las jóvenes en materia de salud y drogas y la gestión de los riesgos vinculados a éstas”.

Hasta aquí la realidad. Todo lo demás, ficción. De la mala.

La prensa y el teatro partidista

La prensa, necesitada al parecer de sobresaltos, dedica titulares jugosos al asunto. A ver quién roza el morbo con mayor desenfado. Para muestra, un botón:

Otro tanto cabe decir del rifirrafe partidista por el cual se intenta dar una patada al gobierno municipal en el culo de la campaña que ha desatado “el escándalo”. Para mi gusto, retirarla por miedo a que la situación se desboque, en lugar de aprovechar para hacer pedagogía al respecto, un error.

Volviendo al sentido común

Yo no me dedico a la reducción de riesgos, que considero imprescindible. Tampoco me gusta mucho la campaña, si bien mis reservas son de índole estética. Sin embargo, esta experiencia algo patética vuelve a reforzar mi convicción de que no hay modo de racionalizar el abordaje social de las drogas, ni impulsar a fondo la prevención universal en la que trabajo, si el telón de fondo de las políticas de drogas sigue plagado de miedos irracionales y moralina de baratillo. Un cambio cultural necesario para que puedan impulsarse aquellas políticas y programas que hayan mostrado capacidad para mejorar las cosas, es decir, para reducir los riesgos que nuestra sociedad contrae como resultado de nuestra convivencia con las drogas.

Lo demás, el shakespeariano cuento “contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada».