Los hospitales psiquiátricos de Vizcaya tienen en común algo más que el carácter de sus pacientes. El consumo de drogas, sobre todo hachís, entre algunos de los enfermos ingresados constituye un problema compartido en Zamudio, Bermeo y Zaldibar. Tanto el personal como la dirección de los tres servicios confiesan la dificultad que supone erradicar esta práctica, derivada de la atención a enfermos con diagnóstico dual, en los que concurre una patología psiquiátrica asociada a la utilización de sustancias tóxicas.

Los responsables de estos centros optan, en cualquier caso, por quitar hierro al asunto: «Alguna vez hemos detectado alguna «china», pero no es un problema acuciante, la presencia de estas sustancias es la misma que existe en la calle -explica el gerente de Zaldibar, Javier Lliró-. Pero hay que tener en cuenta que el 80% de la población dice haber probado drogas de este tipo».

La bibliografía científica recoge que casi el 50% de los pacientes diagnosticados de psicosis y menores de 40 años son consumidores de algún tipo de droga ilegal. Aplicando esta teoría, el gerente del hospital de Zamudio, Carlos Pereira, ha calculado que 467 de los 1.396 enfermos ingresados en el año 2001 presentaban algún riesgo de ser consumidores habituales de sustancias estupefacientes. «Es evidente que, pese a todas las precauciones tomadas, se puede dar una situación de consumo», admite.

En el caso de Zaldibar la situación es muy leve, debido a que «los pacientes son de media y larga estancia, por lo que existe un mayor control que en los centros donde entra y sale mucha gente».

El carácter de régimen abierto que impera en los psiquiátricos vizcaínos facilita, al parecer, la presencia de ciertas drogas. «Esto no es un manicomio y descartamos cualquier tipo de medida carcelaria», explica Pereira.

Para la gerencia del hospital de Bermeo la situación de consumo de estas sustancias, «muy puntual», que se vive dentro del recinto no es más que «el reflejo» de lo que pasa fuera. «Estamos en un tejido social en el que existen las drogas», explica un portavoz del centro.

Para hacer frente a esta situación, los hospitales se han dotado de un protocolo que incluye desde medidas de carácter clínico hasta iniciativas de colaboración con la Ertzaintza. «Se les exhorta a que no consuman y si se encuentra algún tipo de sustancia se destruye», indican responsables del hospital de Bermeo.

Denuncia sindical

Sin embargo, la eficacia de estas normas de actuación ha sido muy cuestionada en algunos casos por los trabajadores de algún centro. «Todo el protocolo se ha quedado en papel mojado», se lamenta el delegado de LAB Patxi Calvo, secretario de la asociación de auxiliares psiquiátricos de Euskadi.

«Y al final, la problemática derivada del consumo de drogas continúa, influye en la calidad de atención a otros pacientes y afecta a los propios trabajadores», añade. «Estamos hasta las narices de denunciar la situación», protesta Calvo.

En su opinión, la falta de controles de acceso a los centros de salud mental favorece «el consumo de drogas» e incluso «el tráfico» en su interior, un problema del que también han alertado enfermos y sus familiares. Éstos últimos exigen «mayor seguridad. No se trata de discriminar, pero habría que separar a unos enfermos de otros», proponen.

En el caso de Zamudio, la gerencia se defiende y asegura que en el servicio de atención al paciente no se ha recibido ninguna denuncia en este sentido.