Se conmemora, un año más, el Día Mundial sin Tabaco. Pero el evento se desarrolla en un contexto radicalmente distinto. Es posible que, en un futuro no muy lejano, si usted no fuma tampoco tenga que soportar humos ajenos. Y si es adicto, recibirá toda la ayuda necesaria para abandonar el hábito. Pocos días después del histórico acuerdo firmado por todas las naciones representadas en la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Ministerio de Sanidad ha dado esta semana el impulso definitivo al Plan Nacional de Prevención y Control del Tabaquismo. España se encuentra entre los países de la Unión Europea con un mayor número de fumadores. Los expertos coinciden en señalar que esta alta prevalencia se debe a la ausencia de medidas eficaces de control. Por eso, las autoridades sanitarias han decidido pasar a la acción. El objetivo es que el porcentaje de fumadores se reduzca, de aquí a 2007, del 34% al 28% de la población. Pasar de un panorama en el que los cigarrillos son un elemento más de la vida cotidiana a otro en el que la norma social sea no fumar supone un giro radical. Es lo que han logrado las naciones que se han adelantado a España en el desarrollo de medidas drásticas, que van desde la prohibición total de la publicidad hasta la concepción de las empresas como espacios libres de humo, pasando por el aumento del precio del tabaco y el desarrollo de programas específicos para los colectivos más enganchados: las mujeres y los jóvenes. Sin olvidar que un plan que abarque todos los frentes debe contar con una adecuada financiación.
La reducción del lastre que supone el tabaco no va a ser tarea fácil. España se encuentra en desventaja respecto a otras naciones desarrolladas. Mientras que en el conjunto de éstas el consumo disminuyó una media de un 1% anual entre 1997 y 2001, en nuestro país sólamente decreció el 0,3% cada año. El estado de California es el gran referente, pues ha logrado que menos del 20% de la población fume. Estos son los 10 puntos en los que, según los expertos, se debe hacer especial hincapié para lograr que el Plan Nacional de Prevención y Control del Tabaquismo sea un éxito:
Espacios sin humo
La normativa actual prohíbe fumar en los transportes públicos, lugares oficiales, centros docentes, etcétera. La ley no se refiere a las empresas, y todavía son pocas las que han establecido como norma que debe prevalecer el interés de quienes no consumen cigarrillos y tienen derecho a no convertirse en fumadores pasivos. Sanidad desarrollará un programa piloto de empresas sin humo. El objetivo es que en 2005 al menos un 70% de las entidades privadas estén libres de humos.
Atención médica
Sólo un 3% de quienes intentan dejar los cigarrillos por su cuenta lo consigue. Si reciben un breve consejo sanitario, la cifra puede aumentar hasta el 7% y, si son sometidos a un tratamiento vigilado y con un adecuado seguimiento, el porcentaje puede superar el 35% y llegar, incluso, al 50%. Algunos fármacos elevan moderadamente estas cifras de abstinencia.
En España aún son mayoría los fumadores que no reciben ningún tipo de asesoramiento. Los médicos de familia están cada vez más concienciados de que deben aconsejar sobre los riesgos del tabaco a todos los que acuden a sus consultas (aunque un 39% de los galenos de atención primaria fuma). Sea porque disponen de muy poco tiempo para dedicar a cada paciente, o bien por otras razones, el hecho es que, a lo largo de un año, en torno a la mitad de quienes están enganchados no recibe ningún tipo de consejo.
Carlos Jiménez, presidente de la Sociedad Española de Especialistas en Tabaquismo, indica que, para tratar a los que tienen más problemas para dejar el hábito, es preciso contar con suficientes unidades hospitalarias especializadas. En palabras del neumólogo, además de suministrar terapias, estos lugares de deshabituación deben cumplir «funciones docentes y de investigación, así como de sensibilización». Hoy por hoy, estos dispositivos son algo anecdótico y no cubren la demanda. La unidad del Hospital Clínico de Madrid tiene una lista de espera de cuatro meses. El problema es que ni siquiera se sabe cuántas hay en España, indica José Ignacio Granda, coordinador del comité de tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). «Sería necesario crear, por lo menos, una por cada gran hospital», añade.
En determinados casos, el asesoramiento médico y psicológico debe acompañarse de fármacos o de terapia sustitutiva con nicotina. «Son tratamientos que han demostrado eficacia desde el punto de vista científico y con el máximo grado de evidencia», explica Jiménez. Sanidad ha encargado un informe para evaluar su inclusión en la financiación pública. Algunas comunidades autónomas ya lo hacen.
Publicidad
Actualmente, en España sólo está prohibida la publicidad del tabaco en televisión y en los lugares en los que no se permite su venta y consumo. Algunas autonomías han ido más lejos y la han eliminado, por ejemplo, de las publicaciones destinadas a jóvenes.
Nuestros vecinos franceses impiden todo tipo de promoción, tanto directa como indirecta, así como el patrocinio. La única excepción son los puntos de venta. Sanidad está trabajando en la transposición de la directiva comunitaria aprobada en 2002 que prohibirá la publicidad del tabaco y su promoción mediante el patrocinio de acontecimientos a partir de 2005. También regulará la limitación en prensa, radio e Internet. El plan nacional no especifica hasta dónde se llegará en el futuro; se limita a recomendar «ampliar el marco legislativo estatal implantando gradualmente la prohibición de la publicidad directa e indirecta, la promoción y el patrocinio de los productos del tabaco dentro del marco normativo establecido».
A juicio de Joan Ramón Villalbí, presidente del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT), éste es un punto crucial. «La regulación de la publicidad es muy débil todavía. La industria tabaquera hace lo que quiere», asegura. Por esta razón, el CNPT reclama una normativa que vaya incluso más allá de la que propone la directiva europea.
Precio
Muchos fumadores viajeros han podido comprobar la diferencia de precios entre España y otros países europeos en los que se fuma mucho menos. En algunos de ellos, una cajetilla de cigarrillos cuesta cinco euros o más, mientras que aquí las marcas más caras rondan los dos euros y medio. Hay estudios que demuestran que el consumo baja cuando se produce una subida repentina del precio. Y esto es especialmente cierto si se incrementa de forma significativa el coste de las marcas de tabaco más baratas. Villalbí recuerda que, en la década de los 90, «hubo abandonos masivos cuando se igualó el coste del rubio y el negro». El Banco Mundial estima que un encarecimiento del 10% por los impuestos produce una disminución del consumo de un 4%. El plan nacional consigna las propuestas de excluir el tabaco del Índice de Precios de Consumo (IPC) e intensificar las medidas fiscales.
Educación
Las estrategias de educación para la salud son, a juicio de muchos especialistas, uno de los puntos más flojos en España. «Llevamos una década de retraso respecto a Europa», estima Granda. El plan elaborado por Sanidad recoge numerosas estrategias informativas y formativas. María Sáinz, presidenta de la Asociación Nacional de Educación para la Salud, cree que, además de hacer campañas periódicas para la población general, «hay que segregar un poco más ciertos sectores, establecer prioridades». Estos colectivos diana serían los adolescentes, las mujeres y los trabajadores (son los que más perjudican a quienes les rodean).
Jóvenes
La edad media de inicio del hábito está ya en 13 años, un dato que deben tener muy en cuenta los programas de prevención. Rodrigo Córdoba, representante de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) en el CNPT, explica que «cuanto antes se inicie la experimentación con el tabaco, mayores serán los daños que provoque, ya que una persona joven es más vulnerable a los 42 agentes cancerígenos que contiene». Sáinz, por su parte, indica que «es muy importante incluir a los propios jóvenes en las campañas, crear líderes de opinión».
La prevalencia general no se reducirá mientras no disminuya en este colectivo, ya que su incorporación al tabaquismo supera la proporción de adultos que lo dejan. Más del 4% de los jóvenes de 16 años son fumadores habituales, y la edad de inicio se sitúa por debajo de los 20 en el 90% de quienes consumen cigarrillos.
Mujeres
Las féminas constituyen otro colectivo en el que el consumo se ha disparado en los últimos años. El aumento de las fumadoras de entre 25 y 44 años ha sido especialmente notable. Desde 1987 hasta 2001 se ha pasado de un 33,5% a un 43,5%. Por el contrario, en los hombres de la misma franja de edad se ha reducido del 64% al 52,5%. Desde el punto de vista médico, hay que tener en cuenta que el organismo femenino puede ser mucho más sensible que el de los varones a los efectos perniciosos del tabaco.
Otro dato preocupante es que el porcentaje de mujeres embarazadas que fuma se sitúa en el 40%, es decir, prácticamente el mismo que el de la población femenina de su edad. De hecho, sólo un 5% deja el hábito completamente y un tercio disminuye el consumo. Estas cifras ponen de manifiesto que no basta con la motivación: también se precisa algún tipo de apoyo psicológico o, incluso, farmacológico. La mayoría de las embarazadas españolas no recibe ningún tipo de ayuda.
Accesibilidad
Una de las medidas más eficaces para reducir la venta de cigarrillos es conseguir que sean mucho menos accesibles. Los expertos que asesoran a Sanidad han propuesto la eliminación de las máquinas expendedoras, así como la prohibición de la venta de cigarrillos sueltos, que son adquiridos sobre todo por los más jóvenes y quienes cuentan con menos recursos económicos.
Financiación
La solidez de un plan de choque se ve, en última instancia, en el presupuesto del que dispone. El Ministerio de Sanidad tiene previsto asignar al suyo una cantidad inicial de 3,6 millones de euros. A esto hay que añadir que cada comunidad autónoma deberá aportar 0,25 euros per cápita al año. Esto supondría unos 10 millones de euros. Según Rodrigo Córdoba, «este presupuesto, si se compara con lo que se invierte en la publicidad del tabaco, es poca cosa». Asensio López, vicepresidente de la semFYC, señala que el proyecto «es muy consistente, pero estamos hablando de ponerlo en marcha sin haber asegurado al 100% su financiación». «Es un presupuesto de arranque», aclara José María Martín Moreno, director general de Salud Pública. «Este año se hará una memoria económica completa».
Etiquetado
España se ha comprometido a aplicar la directiva sobre etiquetado de los paquetes de cigarrillos. La OMS también aconseja que las advertencias sobre los riesgos del tabaco sean más explícitas y ocupen, al menos, un 30% de la cajetilla. También es preciso regular el contenido máximo de aditivos como el amoniaco que contienen los cigarrillos, y mostrar esta información a los consumidores de una forma clara.
Gráfico en pdf: Nuevo escenario antitabaco