Se creía, tanto en Irlanda como en el resto del mundo, que la prohibición de fumar en bares, restaurantes y centros de trabajo iba a ser recibida con una amplia resistencia en un país donde la cultura del pub de una bebida y un cigarrillo estaba consideraba parte imprescindible del modo de vida.

Sin embargo, la imagen de los fumadores «echando un pitillito» en el exterior de los bares se ha convertido en algo muy corriente en toda Irlanda, y la única neblina en un pub puede ser la de alguien que haya bebido una copa de más.

Desde entonces se han aprobado leyes similares en países como Irlanda, Noruega y Malta, así como en ciudades y estados de Estados Unidos como Nueva York o California.

El grupo de presión contra el tabaco ASH afirma que en Irlanda los cigarrillos matan seis veces más personas que la unión de accidentes de carretera, accidentes laborales, asesinatos, drogas, suicidios y muertes relacionadas con el sida, y que además supone un coste masivo para los recursos sanitarios.

El profesor Luke Clancy, presidente de la rama irlandesa de ASH, declaró que la prohibición podría convertirse en la «iniciativa por la salud del siglo».

Nunca llueve a gusto de todos

Naturalmente, no todo el mundo está contento. Algunos propietarios de bares y empresas de bebidas responsabilizan a la prohibición de un descenso del 10% en las ventas. Los ingresos de los bares cayeron un 6,3% en los primeros nueve meses de 2004.

Las ventas de cigarrillos descendieron alrededor de un 18% el año pasado, comparado con una caída del 10% en 2003.

El ambiente casi demasiado tranquilo en un pub como el Foley´s Bar – donde una noche de sábado sólo había un puñado de personas bebiendo, una escena repetida en muchos otros pubs fuera del circuito turístico de la capital irlandesa – parece apoyar esa tendencia.

Aunque el declive de los bares irlandeses tiene más que ver con los altos precios y los cambios en el estilo de vida que con la prohibición de fumar, según los asistentes habituales. Media pinta de Guinness a 2,60 euros es un euro más cara de lo que puede costar una lata de similar tamaño en una tienda de bebidas alcohólicas.

Las bebidas alcohólicas cuestan más en Irlanda que en cualquier otro país de la Unión Europea – un 82% por encima de la media de la zona euro – según los datos del año pasado publicados por Eurostat.

El nuevo irlandés, mucho más pudiente, está recogiendo los frutos del boom del Tigre Celta de finales de los 90, y ahora suele preferir un vaso de vino en su propia casa que una cerveza servida en un pub.