La adicción al tabaco es una auténtica bomba para el organismo y, por consecuencia, para las arcas del Estado. Los costes sanitarios directos derivados del tabaquismo en España ascienden a casi 4.000 millones de euros –para ser exactos, 3.918 millones–, una cifra que trasladada a las antiguas pesetas provoca vértigo: nada menos que 665.000 millones.
La cuantificación en términos económicos de los estragos del cigarrillo sobre la salud se recoge en la memoria económica del proyecto de la ley que regula la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos de tabaco, es decir, la famosa Ley «antitabaco» a la que el Consejo de Ministros dio luz verde hace diez días.

Según la última Encuesta Nacional de Salud, el 31 por ciento de la población de más de 16 años afirma que fuma (un 28,1 por ciento lo hace a diario y un 2,9 ocasionalmente), un 17,3 por ciento declara ser ex fumador y un 51,7 por ciento dice que nunca ha fumado.

Tal y como detalla el documento, al que ha tenido acceso Ep, determinadas enfermedades se encuentran directamente causadas por la exposición a los componentes del tabaco. Por ejemplo, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) implica para la Sanidad pública un coste de 1.414,63 millones de euros. El tabaco provoca el 95 por ciento de las muertes por esta patología que sufren dos millones de españoles. Las patologías cerebrovasculares también guardan relación con el estilo de vida –alimentación, consumo de alcohol y tabaco– y nos cuestan 1.332,44 millones cada año. La enfermedad coronaria, primera causa de muerte en nuestro país, genera unos gastos de 520,11 millones; el asma, 338,57 millones de euros; el cáncer de pulmón –nueve de cada diez tienen origen en la inhalación de humo–, 231,52 millones, y el bajo peso al nacer, más de 80 millones.

Sin embargo, a pesar del impacto del tabaquismo sobre la economía, el Estado siempre sale ganando. Los casi 4.000 millones de euros destinados a pagar las consecuencias de la atención al fumador enfermo se ven compensados por los ingresos derivados de los impuestos a las Labores del Tabaco, cifra que roza los 5.000 millones de euros sólo en el año 2002. Según la memoria de la ley, no obstante, hay otros ingresos del Estado procedentes del sector tabaquero, como la recaudación del IVA, derechos arancelarios y otros tributos, que suponen más de 1.200 millones de euros anuales. Otros 290 millones se recaudan gracias a los impuestos de Sociedades e IRPF de los empleados del sector. En un cálculo a grandes rasgos se observa que la diferencia entre lo que el Estado gasta y lo que recauda por causa del tabaco se salda con 2.500 millones de euros a favor.

No obstante, si además se tienen en cuenta los costes indirectos relacionados con otras enfermedades asociadas al tabaquismo (cáncer de esófago, vejiga, aparato respiratorio superior, riñón, estómago, páncreas, leucemia, neumonía, úlcera de estómago o arterioesclerosis) y las complicaciones que aporta a otros procesos (diabetes, recuperación postquirúrgica o la infección por VIH), el nivel de recaudación actual –6.500 millones– no alcanzaría a cubrir los costes del tabaco en España.

El tabaquismo está detrás del 4,5 por ciento de los ingresos hospitalarios y el 6,3 por ciento de las consultas extrahospitalarias.

Independientemente del impacto económico del tabaco, tras este vicio se esconde el drama de muchas muertes prematuras o evitables. Según el Ministerio de Sanidad y Consumo, en nuestro país, el tabaco mata a más de 50.000 personas cada año (lo que representa el 16 por ciento de todas las muertes entre mayores de 35 años), más que el sida, el alcohol, las drogas ilegales y los accidentes de tráfico juntos.