Los impulsores de una vacuna contra el SIDA han recibido un jarro de agua fría al quedar demostrado por primera vez que las estrategias empleadas hasta ahora son contraproducentes porque activa las infecciones en vez de impedirlas.

«Se trata de un proceso dramático que hemos sido los primeros en probar», aseguró hoy Manfred Dierich del Instituto de Higiene de la Universidad de Innsbruck con ocasión de las Jornadas de los Médicos Austríacos que se celebran actualmente en Grado, Italia.

Hasta ahora, varios grupos de científicos intentaban impulsar la inmunización mediante partículas superficiales del virus VIH, sobre todo las glicoproteínas 41 y 120, a fin de que el organismo pueda crear anticuerpos para neutralizar las fuerzas de infección.

Sin embargo, los anticuerpos así obtenidos no tienen un efecto protector sino contraproducente, y los científicos de Innsbruck han buscado la causa de este fenómeno.-Según explicaron hoy los investigadores a los medios de prensa austríacos, la conclusión a la que han llegado es que dicha reacción se debe a un mecanismo de reinfección, que hasta ahora no se ha podido suprimir.

Ocurre que los anticuerpos producidos por la potencial vacuna marcan las llamadas células dendritas foliculares y linfocitos B en los ganglios linfáticos.

Adicionalmente se activa un segundo mecanismo de defensa, el sistema complementario, cuyos factores deben disolver los gérmenes, pero éstos son transmitidos a las células inmunes, lo que a su vez parece provocar un aumento de la infección de células B y T por virus del SIDA.

Con ello, en lugar de la protección el efecto es el de incitar la enfermedad, precisó Dierich a la agencia austríaca APA.

Tan sólo unos pocos científicos en el mundo han conseguido hasta ahora identificar y producir anticuerpos monoclonales de la sangre de personas infectadas del SIDA que puedan neutralizar el virus, pero no se ha conseguido poner en marcha ese proceso de producción en personas inmunizadas.

Los científicos de Innsbruck quieren bloquear los mecanismos de protección en el virus que lo inmunizan contra el ataque de los factores complementarios, procedimiento que se ha realizado ya en probeta, aunque tampoco queda claro aún si puede llevar a un tratamiento eficiente.

El experto señaló que, por otra parte, urge encontrar nuevas armas contra el SIDA y advirtió de los riesgos del descuido en esta materia.

En Alemania, por ejemplo, se ha visto que el número de los infectados de VIH en el grupo de los hombres que mantienen relaciones homosexuales creció en un 6 por ciento en 2004, aunque disminuyeron las nuevas infecciones entre los heterosexuales y los drogadictos.

Es cierto que se han producido éxitos apreciables con los medicamentos de los que se dispone ya, reconoció el experto, quien sin embargo llamó a la cautela para «no sentirse demasiado seguros».

Es de suponer que los virus del SIDA desarrollan resistencia contra todos los fármacos, «y si éstos ya no surten efecto, la situación volverá a ser la misma que en 1985», advirtió Dierich.

El investigador recordó que en el año 2004 el número de personas vivas infectadas de VIH fue de 40 millones, de las cuales unos 5 millones contrajeron nuevas infecciones y 3,1 millones de enfermos murieron por el SIDA.