Las drogas y el alcohol son los responsables, de manera directa e indirecta, de casi el 70 por ciento de las muertes de jóvenes en la provincia de Buenos Aires. En efecto, según el estudio que fue realizado por la Subsecretaría de Atención de las Adicciones (SADA) sobre la base de datos obtenidos en guardias de hospitales, comisarías y el Ministerio de Salud, el sector comprendido entre los 14 y los 19 años fue el único que presentó un incremento de la mortalidad entre 1995 y 2005. El relevamiento mostró que la causa de muerte más común por el consumo de drogas y alcohol fueron los accidentes viales: en el 40 por ciento de ellos se detectó que se había consumido alguna de estas sustancias.

Por su parte, para los especialistas en seguridad vial, los excesos tanto de velocidad como de consumo de alcohol por parte de los conductores son imposibles de soslayar a la hora de analizar las causas de los accidentes viales. Según los datos que manejan, los accidentes de tránsito se producen en un 95 por ciento por fallas humanas, mientras que el 3 por ciento se da por factores climáticos y sólo el 2 por ciento por problemas mecánicos. Otro dato confirma el peligroso cóctel compuesto por adolescentes, velocidad y consumo excesivo de alcohol: de los casi 900 conductores alcoholizados sorprendidos por controles de alcoholemia realizados en zonas urbanas bonaerenses en el último tiempo, cerca del 25 por ciento tenía menos de 21 años.

Según explican los médicos, en una primera etapa el alcohol trabaja sobre centros inhibidores y disminuye así las funciones cerebrales. En una segunda etapa, el individuo cree que es capaz de hacer más cosas de las que en realidad puede: el campo visual disminuye y ya no se ve en un ángulo de 180 grados porque desaparece la visión lateral. También las reacciones son más lentas y los movimientos, más torpes. Todas estas consecuencias comienzan a suceder entre 30 y 90 minutos después de la ingesta, cuando el alcohol alcanza la máxima concentración en sangre y produce el máximo efecto sobre el sistema nervioso central. Los médicos señalan que 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre ofrece buen margen de seguridad, siempre y cuando esta cantidad no esté combinada con la ingesta de medicamentos o droga, ya que en ese caso las probabilidades de provocar un accidente grave serían demasiado altas.

Asimismo, el sondeo de la SADA reveló que la mitad de los chicos consultados se consideraron consumidores habituales de cerveza. Sólo el 10,4 por ciento dijo no tomar cerveza. El 49,7 por ciento dijo sentirse incómodo en una fiesta si no se consumen bebidas alcohólicas. Según el estudio, el 55,6 por ciento de los jóvenes es consumidor habitual de cerveza; el 27 por ciento de vino y el 26,6 por ciento de bebidas blancas. A esta lista podría agregarse ahora la ingesta de alcohol y bebidas energizantes, una mezcla sumamente riesgosa para la salud, dado que la enorme cantidad de cafeína contenida en la bebida energizante permite tomar alcohol en cantidad hasta llegar a la ebriedad, o incluso el coma alcohólico, porque retrasa los efectos del alcohol.

Se consideró consumo habitual a la ingestión por lo menos una vez a la semana. La presencia del alcohol en la vida cotidiana de los jóvenes bonaerenses también quedó en evidencia a través de otro indicador que lo relaciona con el riesgo de accidentes de tránsito: en 41 días, los inspectores de Control Urbano detectaron 75 casos de automovilistas que conducían alcoholizados en La Plata.

Falta de proyectos, fallas educacionales, problemas familiares, dificultades para la inserción económica y social, y el constante mensaje de una sociedad que fomenta el individualismo y el consumismo por sobre otros valores, son algunos de los argumentos que aparecen en las explicaciones que ensayan los especialistas frente al consumo de alcohol y drogas por parte de los adolescentes. Asimismo, en la nómina de factores que contribuyen al abuso de alcohol entre los jóvenes debe mencionarse la persistente «tolerancia social» frente a este fenómeno, que se percibe en todos los ámbitos, incluso el familiar.

La ocasión resulta por demás oportuna para reiterar la impostergable necesidad de poner en ejecución todas las medidas al alcance de las autoridades tendientes a disminuir el excesivo consumo de bebidas alcohólicas por parte de la juventud. No menos importantes serán las campañas de información, que alerten sobre los riesgos que acarrea el abuso del alcohol, cuyas consecuencias negativas -y a menudo trágicas- son por todos conocidas.