Con el abandono del tabaquismo muchas personas, especialmente mujeres, están acudiendo a la consulta para “empezar de cero” y renovar su apariencia. La doctora Mira confirma esta opinión y considera que es una motivación más para dejar de fumar. “Cuando ven las mejoras que se producen con tratamientos muy sencillos, se comprometen con ellas mismas para abandonar por completo el tabaco y así mantener más fácilmente un aspecto joven y saludable”, añade la doctora.
Tanto fumadoras como exfumadoras deben insistir en el cuidado de ciertas áreas faciales, bien para recuperarlas bien para intentar paliar el deterioro causado por el tabaco. Las arrugas más comunes entre las fumadoras son las que se forman en el contorno de los labios debido a la gesticulación, pero lo cierto es que todo el rostro sufre una pérdida de elasticidad que se traduce en líneas de expresión más acentuadas. El contorno de ojos, por ser una zona especialmente delicada, refleja excepcionalmente el efecto de las toxinas del tabaco. Además, se acentúan bolsas y ojeras debido al empeoramiento de la microcirculación de la zona.
Según la doctora Mar Mira, “el tabaco disminuye los niveles de vitamina A y la acción de los fibroblastos, produce cambios en la cantidad y calidad del colágeno y la elastina pudiendo llegar a la atrofia dérmica. Así, la mujer fumadora tiene características cutáneas propias, como arrugas peribucales a temprana edad, aspecto demacrado, arrugas más profundas, piel de color cetrino, sucio, deslucido…”.