-¿La familia puede ser determinante, para bien o para mal, en las conductas de riesgo de un joven con las drogas?

-Las variables familiares son importantes y están implicadas -aunque, desde luego, no son las únicas- en la génesis de los problemas de adicciones. Es lógico que sean importantes porque la familia es la primera instancia de socialización de la persona y, en función de las características y las habilidades de cada hogar, para bien o para mal, es lo primero con lo que que se tropiezan.

-¿Cuáles son los factores de riesgo en que pueden incurrir un padre o una madre?

-Está comprobado que una actitud indiferente, pasiva con respecto a los consumos de drogas, aumenta las probabilidades de que los hijos contacten con ellas en edades a las que no tienen la madurez suficiente para integrar esa experiencia, y eso puede contribuir a acelerar el desarrollo de problemas.

-¿Y algo que proteja?

-También está comprobado que cuando los adolescentes perciben una actitud menos tolerante respecto al consumo de drogas no es que el consumo desaparezca, pero se reducen las posibilidades de que se presente ese consumo abusivo. Por eso no se puede hacer una dejación de funciones en esa faceta de prevención. A los hijos de 12, 13 y 14 años hay que explicarles qué expectativas tienen sus padres respecto a su conducta con el alcohol, el tabaco o el cannabis.

-¿Estamos ante generaciones de padres poco educadores?

-Creo que hay una situación de confusión. La sociedad se ha vuelto muy compleja, los padres a veces encuentran serias dificultades para dedicarse a la educación de los hijos y esa función se delega en otras instituciones como la escuela. También creo que en ocasiones -no siempre- los padres tienen dificultades para transmitir sus expectativas, o simplemente en algunos casos están mal orientados, a nuestro entender.

-¿Por qué mal orientados?

-A veces pueden estar haciendo una traslación de las experiencias de su época de juventud o adolescencia con respecto a las drogas, sin pararse a pensar que el mundo va cambiando y las circunstancias de hoy no son las mismas que las de hace años. Por ejemplo, hay padres que banalizan el consumo de cannabis, fruto de un cierto desconocimiento de los riesgos que entraña la sustancia -unos riesgos que son menores que los que algunas personas le atribuyen, pero con seguridad mayores que los que piensan que es inocua-. También nos encontramos padres que están en esta actitud basándose en sus experiencias adolescentes.

-¿Porque hay quien tiene presente que fumó porros sin mayores consecuencias?

-Sí, en eso estamos. De lo que no se dan cuenta es de que el contexto en el que se fumaban los porros hace años no es el de ahora, ni la frecuencia ni la extensión del consumo. Las personas que consumían porros hace diez o veinte años no lo hacían con la intensidad con que ahora lo hacen algunos jóvenes, y se hacía con la sensación de que aquello era una conducta que entrañaba cierto riesgo. Ahora esa conducta se introduce a una edad mucho menor, 13-14 años, algo que antes era muy infrecuente.

-¿Eso es lo importante, los cambios?

-Ni la frecuencia del consumo es la misma ni la edad de inicio ni la capacidad de integrar experiencias de consumo de drogas es la misma con 12-14 años que con 16-18. Incluso el nivel de madurez de la sociedad no es igual, y antes un joven de 16-17 años era prácticamente un adulto y ahora uno de 20 años sigue siendo un adolescente mayor. Por todo eso las drogas entrañan sus riesgos; pero no sólo por la sustancia en sí, sino por el contexto, la maduraciónÉ Yo creo que un padre que en su juventud consumió cannabis tendría que intentar que su hijo adolescente no consumiera y, en todo caso, que si va a experimentar, lo haga a una edad más adulta.

-¿En el contexto de hoy el consumo es más peliagudo?

-Al menos hay unas variables diferentes, como es que está bajando la percepción de riesgo, aumenta la prevalencia, la accesibilidadÉ y todo eso son variables que correlacionan con el aumento del consumo. Y se unen los mensajes, que son de absoluta inocuidad o incluso equivocados.

-Un mensaje equivocado.

-No es infrecuente que jóvenes de primer ciclo de ESO nos digan: «¿Eso del cannabis es bueno para la salud, ¿no?, porque cura el cáncer?». Es por todo eso por lo que se hacen necesarias las acciones de intervención.

-Frente a la desorientación de la familia en cuanto a la educación de los hijos, los expertos sostienen que los adolescentes valoran mucho lo que dicen los padres. ¿Qué ocurre?

-Totalmente de acuerdo con ambas afirmaciones. En una investigación que hicimos entre cientos de jóvenes de 14 a 18 años la inmensa mayoría (80-90%) valoraba como muy importante la relación con sus padres y consideraba que la relación con ellos era razonablemente buena o muy buena. Eso sí, las madres están mejor valoradas que los padres. Eso contrasta con la percepción que tienen los adultos de que los adolescentes no valoran los mensajes provenientes de la familia. Sí que los valoran, y sus padres deberían esforzarse en lanzar mensajes. No hay que confundir el portazo que dan cuando entran en una etapa de conflictividad con el mundo.

-¿De verdad cree que los jóvenes escuchan a los padres en el asunto de las drogas?

-Hemos comprobado que si los mensajes van en la línea adecuada de avisarles o prevenirles de que esperan de ellos una determinada conducta con respecto al consumo de drogas, los jóvenes llegan a reducir, a limitar o evitar consumos más problemáticos. Los padres deben tener en cuenta que sus hijos les consideran más de lo que ellos creen.

-¿Cómo debe educar una familia para la protección?

-Hoy hay un conocimiento más científico de los factores de riesgo y de protección, que son casi de tipo universal. Hay funciones básicas de la familia como son transmitir normas, evitar tanto el autoritarismo como la dejación de funciones, educar en positivo, pactar normas pero dejando claro la posibilidad de que se acaben imponiendo algunas.

-¿Han fallado tantos años de políticas de prevención?

-Sostengo que no se ha apostado suficientemente por la prevención. En muchos lugares los programas de drogas son inexistentes o no están generalizados, o si los hay, no tienen permanencia en el tiempo y a menudo no están bien dotados. El abuso de drogas, no sólo la adicción, tiene un conjunto de causas de origen; son problemas complejos que requieren respuestas complejas. Se puede entender que la población pida respuestas simples, pero no que la Administración se contente con dar respuestas simples.