La última droga de abuso que ha entrado en España es un derivado de la ‘piperacina’ que se llama BZP. Diseñada como un tratamiento de uso veterinario, hoy se ha convertido en la alternativa legal del éxtasis por sus efectos estimulantes y alucinógenos. En Internet es fácil conseguirla para uso recreativo en pastillas para fiestas (‘party pills’); incluso como píldoras ‘herbales’ o ‘naturales’.
Pero la BZP es pura química. Su estructura es similar a las anfetaminas y produce efectos parecidos. El último informe del Observatorio Europeo de Drogas advierte de que esta nueva droga de síntesis se está extendiendo con rapidez por las discotecas y zonas de ocio de las ciudades europeas, incluidas las españolas. Es un nuevo negocio para las mafias y también un nuevo motivo de preocupación sanitario por sus consecuencias en la salud de los más jóvenes.
Advertencia
Aún no se conocen los efectos a largo plazo, pero sí los más inmediatos. El informe del Observatorio recoge decenas de ingresos hospitalarios de jóvenes del Reino Unido, Suecia, Suiza, y Malta; incluso fallecimientos por diferentes causas, donde la autopsia reveló el consumo de BZP.
En el último número de la revista médica ‘The Lancet’, por ejemplo, médicos del ‘Guy’s and St. Thomas Hospital’ de Londres alertan en un estudio sobre los «efectos peligrosos e inmediatos» de esta nueva substancia. Así, el equipo de David Wood cuenta el caso de una joven de 18 años a la que le bastó consumir una tableta de BZP para perder la consciencia y sufrir un colapso (se produce por la falta de riego sanguíneo en la periferia del cuerpo, poniendo en riesgo el funcionamiento renal). La joven inglesa, eso sí, fue sólo uno de los siete pacientes admitidos en el servicio de urgencias con síntomas similares (elevada presión sanguínea, baja temperatura corporal, escal 15 del coma…) tras consumir estas pastillas en una discoteca.
Los médicos británicos informan además a sus colegas de que en Nueva Zelanda, donde las píldoras de BZP se consumen desde el año 2000, se conocen bien los efectos secundarios y su toxicidad. Es más, el mismo estudio recoge otro trabajo que documenta 80 casos de consumidores de BZP en hospitales neozelandeses y todos con síntomas similares a los de las anfetaminas. Ansiedad, agitación, taquicardias, náuseas, vómitos, confusión, colapso… Incluso se documentó un caso de psicosis.
Otra investigación, también realizada en Nueva Zelanda, recoge otros daños a largo plazo entre nada menos que 2.000 consumidores de estas «pastillas concebidas para la diversión sin límite». Los problemas psicológicos y el insomnio fueron los más comunes (50% de los consumidores). Además, se constaron episodios como «pérdida de energía», «pensamientos extraños», «cambios de humor», «confusión» e «irritabilidad». Entre los efectos físicos más notables, destacaron los temblores, náuseas, jaquecas y el exceso de sudoración.
Como las anfetaminas
El riesgo a largo plazo por el abuso de esta substancia aún está por determinar, aunque se teme que sea similar al de las anfetaminas. De estas drogas estimulantes sí se conocen sus principales riesgos. Se sabe que el consumo continuado puede producir depresiones severas y un cuadro denominado psicosis tóxica anfetamínica, que se puede confundir con la esquizofrenia.
El perfil de consumidores es también análogo al de anfetaminas y éxtasis, según el Observatorio Europeo de Drogas. «Es un fenómeno joven -se admite-. La consumen chicos entre 15 y 24 años, la mayoría de áreas urbanas, durante el fin de semana que frecuentan fiestas y discotecas». Además, prosigue la institución científica, se presentan en solitario o mezcladas con otras sustancias de abuso como cocaína, esteroides o cafeína.