Uno de los mejores termómetros para tomar el pulso del consumo de drogas proviene de los propios testimonios de aquellos que han solicitado ayuda para superar esa grave dependencia. Es lo que ha hecho Proyecto Hombre para dar una llamada más de atención sobre una lacra que sigue causando serios daños tanto a los consumidores como a sus familias.
En este sentido, esta ONG presentó recientemente su memoria anual y un nuevo informe sobre el «Perfil psicosocial de los usuarios de cocaína».
El consumo de esta sustancia no deja de aumentar. Lo que sí se ha producido es una ligera desaceleración. Es decir cada vez son menos los que se enganchan a esta droga. Aún así resulta triste conocer que casi la mitad de los consumidores de cocaína atendidos en los programas de esta organización -los que piden tratamiento cuando ya se percatan de los problemas que les causa su adicción- tienen menos de 30 años. Es más, el 76% de las personas que acuden por esta causa a los centros de Proyecto Hombre no tenían más de 35 años. En cualquier caso, los mayores tampoco se libran. Resulta sorprendente comprobar que también llegan a las terapias algunos «enganchados» con más de 60 años.
La mayor parte de los que acuden, se deciden a pedir ayuda cuando ya llevan unos diez años abusando de la cocaína. «Con altibajos», explica Lino Salas, portavoz de la organización. «Tienen temporadas -continúa- que lo dejan, otras que solo consumen los fines de semana, hasta que lo hacen a diario».
Así lo reconoce el 45% de los consumidores, la mayoría hombres, aunque en cierta regiones las mujeres ya representan el 23% de las personas que solicitan tratamiento. En el cómputo global ellas suponen el 8%.
Sobre el perfil del consumidor de cocaína se confirman los datos que se han ido detectando desde hace tiempo. Son personas plenamente integradas en la sociedad, con su familia, trabajo y amigos.
De hecho, la mayoría de ellos viven o con sus padres,o con su pareja, o con su pareja e hijos y se encuentran activos laboralmente. El 34% cuenta con un contrato fijo en sus empresas. El 28%, lo tiene temporal y son autónomos el 21%. Sólo uno de cada diez asegura encontrarse en el paro.
Sin embargo, existen en el informe ciertos factores positivos a valorar. En concreto, el hecho de que cada año aumente el número de consumidores que solicitan un tratamiento para intentar abandonar su adicción a la cocaína demuestra que empieza a romperse la«buena imagen» de la que gozaba esta droga en el pasado.
«Se pensaba -señala Salas- que era una sustancia inocua. Estaba bien vista y tenía mucho éxito social». Pero este patrón desaparece poco a poco. Ya existe una mayor percepción del enorme riesgo de supone su consumo.
Otro dato significativo del informe apunta a que la familia se convierte en el gran soporte del consumidor cuando recibe su tratamiento. Esa responsabilidad suele estar en manos de mujeres, sobre todo de las parejas y las madres, que les acompañan en la terapia.De media, esos ángeles de la guarda tienen 32 y 54 años, respectivamente.